Como una enorme bola de nieve que crece de forma exponencial, las historias vinculadas a lo insólito que se le atribuyen a la pista del aeropuerto tinerfeño, se multiplican indudablemente arrastradas por el fino tejido de la memoria colectiva, contaminada por los pequeños y grandes detalles de la inventiva. 

Y entre este amasijo de pululantes historias, surgen también las que tienen que ver con los no identificados, con extrañas luminarias que al parecer se hacen notar en los cielos laguneros, y siendo más concretos, en la vertical del aeropuerto. Siempre resulta complicado hacerse con datos suficientemente sólidos para confirmar la presencia de un objeto no identificado, algo que esté por encima del “me lo dijo un amigo”, o del tan manido “yo estaba solo, pero aquello estaba allí”. 

Si a la complejidad para obtener uno o varios testimonios cuando menos interesantes le sumamos el hecho indiscutible de que estamos hablando de una zona surcada de forma continua por aviones, avionetas y helicópteros, hacer criba se convierte en una odiosa tarea que a mí, y hablo ahora en primera persona, me resulta complicada, tediosa y por qué no decirlo, un auténtico coñazo. A modo casi telegráfico y en la tarea de recopilar, me he encontrado con algún apunte en este sentido:

“Un joven aficionado a la fotografía consiguió captar el 11 de junio de 1975 un ovni con técnica de larga exposición mientras aterrizaba un avión de pasajeros en el aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife, Islas Canarias). Al lado del avión se veía otro objeto con forma de media luna y que nadie había visto. No se conocen datos del radar del avión.” (Looculto.tk)

No obstante y para evitar caer de repelente, hay algunas historias relacionadas con supuestos ovnis que no me han dejado indiferente, o cuando menos han hecho que mi atención no se disperse en el momento de escucharlas. Y así, en este batiburrillo de narraciones, me encuentro con David O. Rodríguez, fotógrafo aficionado, pero que a la vista de sus trabajos, debería hacer temblar a muchos que se auto etiquetan como profesionales. 

David es lo que actualmente se conocen como “spotters”, personas cuya afición está en pasarse horas y horas fotografiando aviones junto a los aeropuertos o en zonas privilegiadas para capturar a estos enormes aparatos durante las delicadas maniobras de despegue o aterrizaje. Durante algunos años acudía tres o cuatro veces a la semana a una conocida explanada que hay muy cerca de la cabecera 30 del aeropuerto, un terraplén que hay por fuera del perímetro y que desde siempre ha sido conocido por ser uno de los tres grandes picaderos de la ciudad. ¡Perdón!, por ser uno de los tres hermosos lugares donde las parejitas conformadas o no, dan rienda suelta a su amor más puro.

Al margen del uso instintivo de la zona, en ese lugar se dan cita los “spotters” y muchos de ellos con interesantes aportes para contar y relacionados con los movimientos en el cielo en ese punto concreto. Pero vayamos a lo que me contaba David una mañana, durante una charla en la que simplemente hablábamos de fotografía y tecnología aplicada a esta, otra de mis grandes pasiones. 

Fue al decirle que estaba preparando este libro, cuando apuntó que en el aeropuerto no pasa nada pero que por la zona de El Socorro – núcleo poblacional próximo al aeropuerto- en alguna ocasión había visto ovnis, que aquello tenía que serlo. ¿Ovnis?, inevitablemente atrajo mi atención porque en mi subconsciente relacioné fotógrafo con ovni y me imaginé un buen número de imágenes capturadas que demostrarían aquello que sin preguntarle, él se dispuso a contar.

“Una de las veces estaba justo debajo de la torre (se refiere a una pequeña torre de control que hace seguimientos a la altura de la cabecera 30 y que está en la mencionada explanada) esperando a que entrara el Air Europa de Madrid, serían las nueve y cuarto de la noche, cuando mirando hacia El Socorro, justo a la altura del horizonte, pudimos ver una fuente de luz de color entre blanco y azul que me llamó la atención, porque aunque en ocasiones hay aviones que entran por la 12 y no por la 30, a esas horas salvo el Air Europa y el Iberia, no deberían de entrar otros aparatos tan grandes y menos por ese punto. 

Esperé un rato a ver si se acercaba el avión al aeropuerto pero el “jodido” no se movía […] Estaba como encima del mar, por Valle de Guerra, con esa luz que cada vez me parecía más azul. Estuvo allí como diez minutos, sin moverse hasta que no sé cómo, pero me despisté un pestañeo y lo perdí de vista. Mi compañero me dijo que se había desvanecido sobre sí mismo, pero yo eso no lo vi. […] No era un avión, eso lo tengo claro. Pensé que podía ser un helicóptero que estaba en la zona haciendo “sus rollos”, pero ¿dónde fue sin que lo viéramos?”.

Escuchando lo que me estaba contando David, me acordé de las populares lámparas chinas que tan de moda se han puesto de los últimos años, y que en la zona costera del norte de la isla, especialmente en el Puerto de la Cruz, a unos 30 kilómetros del aeropuerto, se han convertido casi en un reclamo. ¿Podría tratarse de una de estas lamparillas de papel? ¿Es posible que a tanta distancia los testigos la pudieran ver con el tamaño suficiente como para confundirla con las luces de aproximación de un Boeing?

David, ¿supongo que tienes fotografías de aquello? “Le hice como unas seis o siete, pero se ve todo negro y el foco sale como un puntito muy pequeño de luz […] de noche y desde tan lejos, de milagro…”.

En mi mano, justo en este momento en el que escribo, tengo una de esas imágenes y doy fe que lo que se ve es eso, precisamente nada. Ahora bien, no dudo del testimonio, que estoy seguro está basado en el gran conocimiento del mundo de los aviones y sobre todo, basado en el conocimiento del área que rodea el aeropuerto Tenerife Norte. Mientras no se pueda aseverar que es lo que sobrevoló la zona aquella noche, la extraña luz estática seguirá siendo un objeto volador no identificado, por lo menos no por los testigos.

Permítame un apunte más. En el mes de febrero de 1995, un grupo de soldados de reemplazo del grupo de artillería de campaña del cuartel de San Francisco en La Laguna, se encuentran realizando ejercicios de preparación de maniobras en la zona militar de Los Rodeos, concretamente en los terrenos más próximos a los hangares del GAAL (Grupo de Artillería Antiaérea Ligera), cuando dos soldados que realizan ejercicios de topografía sobre el terreno, ven como en la oscuridad y por encima del suelo, dos luces de color amarillo y del tamaño de una “pelotita de futbolín” pasan muy rápido a la derecha de donde ellos estaban, como a metro y medio del suelo y atravesando incluso la zona por la que las hierbas estaban más altas. 

Esas luces se perdieron en dirección a la terminal de pasajeros del aeropuerto, justo al otro lado de las pistas, pero estas no llegaron ni siquiera a salir de la zona de hierbas. ¿Alucinaciones, luciérnagas con prisa, algún tipo de broma realizada por parte de algún compañero de ejercicios?

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