Cuatro de cada diez parados mayores de 50 años lleva buscando empleo más de cuatro años

La tasa de paro de la población joven es muy elevada, preocupante y recibe justificadamente la atención de las autoridades económicas nacionales e internacionales. Sin embargo, hay un colectivo de población especialmente vulnerable en términos de desempleo, el de la población de 50 y más años

 Cuatro de cada diez parados mayores de 50 años lleva buscando  empleo más de cuatro años
Cuatro de cada diez parados mayores de 50 años lleva buscando empleo más de cuatro años

Uno de los principales y más evidentes efectos de la reciente crisis económica ha sido el fuerte incremento en el número de desempleados. A este impacto hay que añadir otro preocupante y es el aumento del paro de larga duración (un año o más en situación de desempleo). La tasa de paro general de la economía se ha multiplicado entre 2007 y 2016 por 2,4, pero la de larga duración lo ha hecho por 5,8. La tasa de desempleo en 2013 llegó a ser del 26% y tres años después se ha reducido 6,5 puntos porcentuales, pero esta favorable evolución oculta la escasa mejora registrada en el paro más prolongado en el tiempo. 

Como se ha señalado en informes previos de la Fundación BBVA-Ivie sobre crecimiento y competitividad, caer en el desempleo y no conseguir trabajo antes de un año puede conducir a perpetuarse en esa situación. La tasa de paro de aquellos que llevaban buscando empleo menos de un año se ha reducido 3,4 puntos porcentuales desde 2012. Sin embargo, aquellos que llevan buscando empleo cuatro o más años han visto reducir mínimamente la tasa de paro a partir de 2015, tras acumular un aumento de 4,3 puntos en la misma desde 2007.

En 2007 sólo el 5,5% de la población parada llevaba buscando empleo cuatro o más años, en 2013 se situaba en el 13,3% y en 2016, pese a varios trimestres de reducción del desempleo en su conjunto, este porcentaje aumentaba hasta el 24,1% del total de los parados. En el polo opuesto se encuentra la población parada que lleva buscando empleo menos de un año, en 2007 representaba el 76,3% de los desempleados, mientras que en 2013, el peor momento de crisis en términos de empleo, este porcentaje se reduce hasta el 41,6%, y en 2016 se mantiene prácticamente en el mismo nivel. Por tanto, la mejora económica, y en particular el crecimiento del empleo, se centra en unos grupos poblacionales pero excluye a otros. Esta situación supone una fijación del desempleo en determinados colectivos que pueden verse abocados a la pobreza debido a la imposibilidad de escapar del desempleo.

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El incremento en el tiempo de búsqueda de empleo y el gran número de personas que buscan empleo desde hace cuatro o más años se observa de forma genérica en todas las regiones españolas, pero con diferencias de hasta 12,7 puntos porcentuales entre los extremos, protagonizados por los dos archipiélagos. Canarias, el Principado de Asturias, Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y La Rioja son las CC. AA. que concentran mayor porcentaje de parados —más del 25%— que llevan buscando empleo más de cuatro años, mientras que Illes Balears, Comunidad Foral de Navarra y Aragón no superan el 20% de parados en esta situación. Las regiones con mayor renta per cápita son las que presentan un menor porcentaje de parados buscando empleo desde hace cuatro años o más.

El análisis por sexo de la población parada según el tiempo de búsqueda de empleo revela que no existen diferencias significativas entre hombres y mujeres, pues las mujeres paradas suponen el 50,6% de los desempleados totales y su distribución por tiempo de búsqueda de empleo es muy similar a la observada en los hombres.

Sin embargo, por grupos de edad sí se aprecian claras diferencias en el tiempo de búsqueda de empleo, ya que el grupo de población más joven (entre 16 y 29 años) encuentra trabajo en un periodo mucho más corto que el resto de grupos, en línea con estudios de la Fundación BBVA sobre La formación y el empleo de los jóvenes españoles. El 57,2% de los parados más jóvenes busca empleo menos de un año hasta ocuparse y tan sólo el 10,6% de los jóvenes lleva buscando empleo cuatro o más años. En el caso de la población perteneciente a la cohorte de 50 y más años se observa un dato muy preocupante: el 39,2% de los parados de esta edad lleva buscando empleo cuatro años o más, el 59% de los parados lo son de muy larga duración (dos o más años) y el 72,1% son parados de larga duración (un año o más).

Este grupo de población presenta características que lo convierten en especialmente vulnerable y puede estar en riesgo de pobreza con facilidad. Las dificultades de inserción laboral de este colectivo de personas obedece a varios motivos. En primer lugar presenta niveles de cualificación por debajo de la media de los parados. En 2016, el 65,6% de los desempleados de 50 o más años posee como máximo nivel de estudios obligatorios, mientras que en el caso de la población más joven este porcentaje es del 48%. Por otro lado, tan solo el 8,9% de los parados de 50 o más años posee estudios universitarios, porcentaje que aumenta hasta el 15% en la población parada más joven.

La edad en sí misma se convierte en el segundo de los elementos que dificultan la inserción laboral. El desempleo es el principal generador de pobreza en las sociedades desarrolladas y contribuye en gran modo al aumento de la desigualdad. En el periodo comprendido entre 2007 y 2013, caracterizado por la crisis económica, la desigualdad (medida a través del Índice Gini en términos de ganancia mensual bruta) aumentó para el conjunto de los trabajadores un 9%. Este incremento es del 14,2% cuando añadimos a los desempleados que reciben prestación por desempleo, debido a los menores ingresos de los parados y al propio crecimiento del número de estos últimos. Pero lo que representa un cambio sustancial en la desigualdad es la incorporación de desempleados sin ningún tipo de ingresos, que debido a su enorme crecimiento durante la época de crisis, dispara el índice de Gini hasta el 50,1, experimentando un aumento del 26,2% respecto de 2007.

El colectivo de personas de 50 y más años presenta una especial vulnerabilidad en términos de desempleo y de riesgo de pobreza. El aumento del desempleo en un grupo de población que representa el 25% de los parados, conduce a un aumento muy sustancial de los niveles de desigualdad. Estos datos reflejan que la mejora económica, y en particular el crecimiento del empleo, está dejando de lado a un colectivo muy importante de la población, con una situación laboral muy difícil de revertir. Las políticas públicas de inserción laboral deben considerar de forma amplia la situación del grupo poblacional con más serias dificultades para salir de la situación de desempleo y que en su mayor parte posee cargas familiares. 

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