Viajando a Roswell 

El expediente es un cúmulo de mentiras mezcladas con verdades, exageraciones, cuentos para no dormir y operaciones secretas para generar desinformaciones
 

 Viajando a Roswell 
Viajando a Roswell 

Comenzar un viaje en día de lluvia, generalmente provoca que nuestros ánimos se vengan abajo porque nos embarga la idea de que vayamos a donde vayamos, caerán chuzos de punta. Y así es como iniciamos este viaje, viendo caer una fina llovizna sobre las pistas del Aeropuerto Madrid Barajas. Llegar hasta la puerta de embarque número K78 es una maniobra tan difícil como cualquier otra que haya que realizar en el interior de la T4, muy moderna y funcional, al tiempo que laberíntica y fría. Como destino final, el Aeropuerto Internacional de Alburquerque, en Nuevo México, Estados Unidos.

Como suele ser habitual en este tipo de viajes, la parada para hacer escala se hace obligatoria, y la nuestra tuvimos que hacerla en Nueva York para después volar durante cuatro horas más hasta llegar a la ciudad de Albuquerque. Resulta una sensación ciertamente desconcertante eso de volar contra el reloj, lo que produjo que, a pesar de haber llegado en pleno día, la primera gran parada haya sido en la habitación del hotel Western Star Inn, lugar en el que estuvimos durante las siguientes 19 horas. 

Personalmente me importaba poco visitar esas largas calles y las atracciones de la ciudad, así es que tras haber llenado el depósito del coche de alquiler y de paso nuestros estómagos, iniciamos un intenso y algo mareante viaje por carretera a través de la Ruta 285, interminables desiertos de asfalto, que culminaron trescientos y pico kilómetros más allá. Por fin hemos llegado a Roswell, una de las ciudades más famosas de Nuevo México, principalmente conocida por su relación con la ufología y el contactismo alienígena. 

Roswell no es de esos lugares vistosos o apropiados para un álbum de imágenes idílicas. La mayor parte de las personas que llegan hasta allí, lo hacen atraídos por la temática OVNI, y sobre ella es que gira casi toda la economía del lugar; llaveros, platos, pegatinas, hasta las sábanas de los hostales tienen plasmada la cara de un alienígena con rasgos más cómicos que cósmicos. Pero toda esta historia nace el 3 de julio de 1947 cuando –según se dice- al noroeste de Roswell se estrelló una nave espacial con tripulación incluida. 

El expediente Roswell marcó un antes y un después en el amplio abanico de la ufología global, y aún hoy en día es quizá, el caso más contaminado de la casuística OVNI. Tras una obligatoria visita al Museo Internacional UFO y al Centro de Investigación, me dirigí hasta el rancho de George Martínez, un exiliado mexicano que vino hasta esta ciudad en busca de evidencias extraterrestres y acabó quedándose a causa de la abducción de una mujer norteamericana. Debo reconocer que su casa me pareció más un vertedero de latones y extrañas formas, que un hogar en el que hacer vida normal. Martínez es poseedor de una de las más importantes colecciones de supuestas evidencias alienígenas, además de conocer y haber analizado el supuesto incidente ocurrido en 1947. 

Pero conozcamos con detalle esta controvertida historia: Muy cerca de Roswell, en un enclave conocido con el nombre de Corona, el 3 de julio de 1947 un objeto volador de origen desconocido se precipita contra el suelo y explota produciendo un reguero de extraños restos en una finca propiedad del señor Mac Brazel. Días después llegan los militares al lugar, quienes inspeccionan cada metro cuadrado y posteriormente bloquean toda la zona para impedir el acceso de civiles. En la prensa se publica –con el aval de algunos militares- que en esa zona había caído un platillo volador, y aunque a las pocas horas se desmiente esta noticia, la información ya había alcanzado dimensión internacional. Se apuntó a la posibilidad de un globo meteorológico, avión militar… 

En ese maremágnum de informaciones contradictorias, se dicta secreto militar al tiempo que en la zona son descubiertos más restos de la nave y lo que resulta mucho más sorprendente, los cadáveres de supuestas entidades alienígenas, que son llevados hasta el Hospital Militar de Roswell, para después seguir su periplo en avión hasta la Base de Forth Worth y después hasta Dayton en Ohio. Es ahí donde se practica la tan criticada autopsia alienígena. ¿Realmente se estrelló una nave extraterrestre en ese rancho de Corona en Roswell? Si algo colisionó contra la tierra, ¿existen evidencias o pruebas sólidas para afirmar que se trató de presencia alienígena?

Cómo apuntaba con anterioridad, el expediente Roswell es un cúmulo de mentiras mezcladas con verdades, exageraciones, cuentos para no dormir y operaciones secretas para generar desinformaciones. Algunas teorías de la conspiración apuntan a que el gobierno de los EE.UU. tapa lo que realmente ocurrió mediante la filtración de información manipulada que genere el escarnio público sobre el caso, y de este modo restarle credibilidad, alejar el interés sobre lo que realmente ocurrió en esa zona perdida del país. Otras teorías apuntan a que el gobierno norteamericano es el principal interesado en que se siga hablando de la posibilidad alienígena –con autopsia incluida a un muñeco- para de este modo desviar la atención de la verdadera dimensión que tiene el contactismo entre los EE.UU y otras grandes potencias, y posibles inteligencias extraterrestres llegadas a nuestro planeta desde hace décadas. 

Si me permite exponer mi humilde opinión, a mí todo esto de Roswell me parece una patraña alentada por un puñado de ilusionados, que se agarran a un caso que con mejor o peor fortuna, ha quedado demostrado que está repleto de manipulaciones informativas desde uno y otro lado, los defensores del concepto OVNI, sin aportar pruebas sólidas y agarrándose a testimonios reinventados y a un muñeco sobre una camilla. Y las fuentes oficiales, que como suele ser habitual, acaban recorriendo sus pasos sobre las mentiras previamente indicadas. Se hace fundamental recurrir a la prensa de la época y realizar una criba metódica, para a partir de ella poder sacar nuestras propias conclusiones. 

Al dejar Roswell a mis espaldas con dirección a España, me embargó la sensación de frustración entremezclada con la de haber estado de visita en una especie de circo de los horrores, dónde casi todo vale y el precio está sujeto a libre mercado. En los EE.UU. se puede decir en voz alta que los alienígenas están entre nosotros y nadie se escandaliza ni lo rebate, sin embargo alzas la voz para defender los derechos del Ciervo o de la propia vida humana, y te saltan encima los perpetuos justicieros; ¡vaya nación más disparatada! Mirando por la ventanilla del avión perfectamente ubicado en el asiento 12 A, sentí que desde ese momento todo lo referido a los OVNI estaba relegado a un cuarto o quinto plano en mi lista de intereses, en las sobras de mis curiosidades más extremas.

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