Los datos muestran una escasa confianza institucional de los jóvenes. Cabe destacar la brecha de confianza entre lo ajeno al sistema y lo que pertenece al mismo, que visibiliza la grieta entre ciudadanos y poderes públicos convencionales.

Desde el punto de vista evolutivo, podríamos señalar que a lo largo de estos años se ha producido un deterioro en la confianza en muchas instituciones, sobre todo en los partidos políticos, el sistema parlamentario, los sindicatos y la patronal, aunque parece haber un repunte en 2014, salvo frente a los partidos que siguen en caída libre. Ha mejorado la confianza en las ONG y en las fuerzas armadas. Pese a todo lo anterior, los jóvenes españoles se muestran algo menos críticos que la población general, donde encontramos aun mayores índices de desconfianza.

Como viene siendo habitual en los análisis sobre la juventud española, los jóvenes, pese a su visión negativa de las circunstancias, declaran altos niveles de satisfacción general con su vida. Esta satisfacción se basa en apreciaciones más ligadas a vivencias personales que a las circunstancias contextuales. Siempre es llamativa esta discrepancia, que parece tener que ver con dos elementos: la estigmatización que siempre se hace de lo ajeno, y la salvaguarda de bienestar que se deriva de algunas circunstancias personales (la familia, los amigos…).

A partir de todo lo anterior el estudio propone una tipología de los jóvenes españoles en función de sus valores. Es bien sabido que no existe la juventud como tal, que lo que hay son colectivos de jóvenes muy diferentes en comportamientos, actitudes y valores. Por consiguiente, resulta necesario intentar aproximaciones a esos colectivos para tratar de obtener una visión más realista y ajustada de la diversidad del panorama de lo juvenil. Los ensayos de tipología pretenden distribuir al conjunto en grupos, internamente lo más homogéneos y compactos posibles, y lo más dispares entre sí que se pueda.

Esta tipología se ha establecido en función de una serie de variables: las jerarquías de admisibilidad o de justificación moral de diversos comportamientos, y la jerarquía de valores finalistas, de los objetivos que los jóvenes entienden importantes o prioritarios para su vida.

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