Jornada de descanso para los jugadores de la Unión Deportiva Salamanca, pero no en los despachos, donde se dirime un futuro incierto para el club charro, uno de tantos en proceso concursal. Desde 2004, cuando entró en vigor la ley, 19 de los 42 clubes que militan en Primera y Segunda han pasado por concurso de acreedores. La lista sería más amplia si se sumaran los que ya han descendido a Segunda B. Una situación financiera que podría haber mejorado con un ascenso a Segunda División, pero la plantilla no ha estado a la altura de las circunstancias.
 
La falta de miras de los jugadores lastra el futuro de la UDS, porque al final quienes deben marcar goles y evitar que el equipo rival los anote son los máximos responsables de lo que ocurre sobre el terreno de juego, independientemente de la situación financiera del club. Así, han arrojado piedras sobre su propio tejado con la escasa actitud en determinados partidos para poder alcanzar un playoff que estaba al alcance de la mano. También con la equivocación en las formas para denunciar los impagos de sus nóminas, como la camiseta del pasado domingo, culpando a la UDS de una situación que depende de los administradores concursales.
 
Otros equipos en la misma situación, con más meses incluso sin cobrar, también denunciaron su situación, pero echaron el resto sobre el terreno de juego. Ahí están el Sporting de Gijón, la Real Sociedad y el Rayo Vallecano, en proceso concursal y con impagos, pero que lograron el ascenso a Primera División. Así, los jugadores mejoraron su situación económica gracias a los éxitos deportivos, porque un ascenso supone más dinero de televisión, publicidad y taquillas, es decir, más ingresos para pagar nóminas. Al contrario de lo que ha ocurrido con la UDS, cuyos jugadores no verán mejorada su situación económica al hundirse deportivamente. 

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