La sala Tragaluz del edificio Sociocultural acoge desde este lunes y hasta el próximo 26 de octubre la muestra fotográfica ?Pastores?, de Juan Fernández-Castaño.

Esta exposición, que podrá visitarse de lunes a viernes de 12 a 19 horas, forma parte del Programa itinerante Exposiciones Alacarta que promueve la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León en colaboración con diferentes instituciones de la región para recuperar y difundir el patrimonio fotográfico castellano y leonés, promocionar el arte visual, apoyar a los centros expositivos e incentivar el desarrollo de las zonas rurales.

En ella se muestran las dos series fotográficas realizadas por Fernández-Castaño en los años 90 por todo el territorio de Castilla y León retratando la figura del pastor. La primera de estas series, más extensa, está compuesta por retratos de individuos, mientras que la segunda se detiene en algunos lugares comunes sobre el pastor y la percepción de su figura.

En palabras de su autor, el tratamiento de la imagen resulta distinto para cada una de las series: "En la primera trato con el hombre en su trabajo en un escenario de soledad y compañía, árido y cotidiano, presente y duradero; son retratos de individuos que asientan sus reales sobre la piel del mundo y se hacen uno con la tierra; su simbiosis es histórica, monumental y simbólica". 

Por lo tanto, el espectador se encontrará con la visión particular que desde la Antropología Visual muestra el autor iconizando sus personajes y oficio, para desentrañar sus particularidades y su generalidad, sus características humanas y sus formas de relación con el medio además de con sus animales, su base económica y su base social, desde una cuidada técnica fotográfica en blanco y negro, que se ha convertido de arte en documento-memoria, desde los fines del milenio, hace 20 años ya.

"El pastor desarrolla su actividad en una naturaleza carente de atractivo para el común de los ciudadanos y de la que obtiene resultados acordes con sus esperanzas y expectativas. Permanece en ella con obstinación y alevosía. La paradoja es que el pastor, ser errante, arraiga como el olivo o la encina solitaria allí donde está. Se enraíza y sueña en la cima, sueña como Jacob con prolongar sus sueños, su estirpe, su sangre hecha vida. Sueña con afianzarse y seguir andando, seguir su trocha o la de sus antecesores. Para quienes les vemos estar pastoreando, su estela despide aroma de retama y de calostro, olores que nos levantan sobre el tiempo presente para permitimos bucear en su pasado y asomamos al difícil porvenir", explica el artista.

 

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