Tras haber sido testigo de un exhaustivo repaso a su vida profesional,  Agustín Casillas decidió centrar el discurso de agradecimiento por el recibimiento de la Medalla de Oro en la vertiente personal. En particular en su familia, como aseguró, recordando sobre todo a su padre. Un trabajador de la construcción del que heredó su buen hacer para después pulirlo y plasmarlo en todas sus esculturas.

Casillas, visiblemente emocionado, recordó con cariño su primera vivienda en el barrio de La Fontana. Al igual que la escuela de Garrido, donde recibió sus primeras enseñanzas ?y donde fue el momento en el que comencé a manifestar mi predilección por las artes plásticas?. Primero con dibujos, que fue perfeccionando cuando se matriculó en la Escuela de San Eloy. Allí, aseguró, ?tenía claro que quería ser pintor?. Sin embargo, su destino fue la escultura y culpa de ello, como recordó, tuvieron la Escuela de Artes y el gran maestro y escultor Soriano Montagut. ?Sirvió para sentar mis bases como escultor?.

Por último, antes de abandonar el estrado del Teatro Liceo, aprovechó su intervención ?para mostrar mi agradecimiento a todas las personas e instituciones que han apoyado y acogido mis esculturas, en las que me he dejado el mayor afán y todo mi cariño. Para mí, haber recibido la Medalla de Oro de Salamanca es una alta distinción?.

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