Amanece un nuevo día en Las Arribes. Los primeros y eventuales rayos de sol en una torrencial primavera  dejan entrever la magnitud de un paraje singular. Único en estos días tras la crecida del río Uces. El Pozo de los Humos se antoja como un gigante a derribar sin ni siquiera una mísera honda. Pero un día más allí están los equipos de salvamento. Porque donde el resto de los mortales vemos lo imposible, ellos otean la esperanza.

Desde hace cuatro días equipos de Protección Civil, Guardia Civil y Bomberos trabajan en la búsqueda del joven mirobrigense que cayó desde lo alto del pozo cuando intentaba realizar una fotografía junto a su hermana y su novia. Todas las administraciones al unísono: Estado, Junta de Castilla y León, Diputación y ayuntamientos de Masueco y Pereña. Porque cualquier ayuda siempre es poca.

Por tierra, agua y aire, aunque suene a tópico, pero así es. Mientras el helicóptero surca los alrededores del Uces, los buzos atraviesan sus entrañas y los montañeros sondean cada rincón. Y todo contrarreloj, porque después de cuatro días de desaparición, cada segundo es un mundo. Cada risco, una oportunidad. Los equipos de salvamento no pierden la esperanza de encontrar al joven con vida.

No sería la primera vez. En otras ocasiones similares una gruta entre la corriente de agua ha permitido a personas sobrevivir durante días. Por eso, se rastrea cada palmo de terreno. Una labor encomiable incluso arriesgando sus propias vidas y poniendo en peligro su integridad física, como ha ocurrido con dos guardias civiles heridos durante la búsqueda de Darío. Es su responsabilidad, pero también su esfuerzo. Una labor impagable.

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