1. Buscar un jubilado confiado

Según explica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los jubilados suelen acumular los ahorros de toda una vida y son confiados con las personas que ya conocen de toda la vida, como el personal de su oficina bancaria. También sirven personas de capacidades limitadas o escasos conocimientos financieros. Así, más del 80% de los afectados atendidos por la OCU es mayor de 65 años.

 
2. Prometerle alta rentabilidad
 
Explicarle que una preferente es un producto de inversión nuevo y recomendado por nuestra propia Caja de Ahorros, que se caracteriza por su sencillez y su alta rentabilidad, superior a la de un depósito. El tamaño de la letra de la oferta comercial (donde se destaca la rentabilidad) es mucho más grande que la letra del contrato.

3. Ocultarle que no hay garantía

 
La rentabilidad ni es fija ni está garantizado (depende de la evolución financiera de la Caja), pero esto no se le dice al ahorrador. Es cierto que se indica en el contrato, pero como tiene más de 30 páginas escritas en letra pequeña no es probable que lo lea (necesitaría una hora para hacerlo). El contrato de las preferentes es largo, escrito a doble cara y de tipografía pequeña y abigarrada. Desalienta la lectura.

4. No decirle que podría perder dinero

 
En ningún caso se comenta al ahorrador que, a diferencia de lo que ocurre en un depósito, su dinero no está garantizado por el Fondo de Garantía de Depósitos (hasta 100.000 euros). Si pregunta por el riesgo, se le tranquiliza. No se le cuenta que es un producto para inversores con un perfil de alto riesgo (si la Caja quiebra perderá todo su dinero). Los canjes posteriores de preferentes han supuesto pérdidas a los ahorradores de entre un 35% y un 90% de su capital inicial.

5. Si pregunta por la disponibilidad... 

 
No se le dice que ha contratado un producto a perpetuidad (o a muy largo plazo) porque, obviamente, muchos de estos ahorradores (sobre todo los jubilados) pueden preferir tener su dinero siempre disponible. En la OCU hay varios casos de personas mayores de 85 años con preferentes que no pueden recuperarse antes de 20 años.

6. Y que no se vaya sin firmar

 
Da igual que la aplicación de riesgos señale que es una inversión “no conveniente”. De hecho, los comerciales procuraban pasar el test de conveniencia previamente marcado, para que así la valoración fuese idónea. Es más: introducían un documento de conocimiento del riesgo entre los 30 folios del contrato y hacían que el ahorrador lo firmase también. La OCU ha detectado multitud de contratos con las respuestas del test de conveniencia previamente marcadas. 

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