La proliferación de atropellos vuelve a abrir el debate sobre si se trata de imprudencias de los peatones o exceso de velocidad en los conductores. ¿Realmente se corre tanto por algunas calles de la ciudad? SALAMANCA24HORAS ha podido comprobarlo en un pequeño recorrido de apenas media hora siempre por debajo de ese tope, cual tortuga entre alocadas liebres. Poco más de una decena de vehículos respetaron las normas de velocidad.
 
Viernes por la mañana. Como cualquier día laborable, miles de coches deambulan por la ciudad pese a que nos encontramos aún en Ferias y Fiestas. Nuestro primer tramo es la avenida de Los Cipreses. Apenas un coche aguarda detrás respetando el límite de cincuenta por hora. Cruzamos el viaducto de la estación y llegamos a la avenida de la Reina Berenguela, en dirección hacia La Aldehuela. A cuarenta por hora, evitando que el coche se lance al ser cuesta abajo, ningún vehículo permanece detrás, salvo cuando se acercan al radar, donde todos frenan y parece como si el tiempo se detuviera por segundos.
 
Pero antes de llegar a la rotonda los coches han vuelto a ‘demarrar’, como si bajaran el Tourmalet. La situación se repite a través del puente Juan Carlos I y sólo al llegar a La Fontana un par de vehículos se mantienen detrás, a menos de cincuenta por hora, tal vez por aquello de que se han visto en ocasiones radares de la Policía Local de Santa Marta por la zona o de la Guardia Civil.
 
Mayor respeto en la circunvalación
 
Resulta curioso cómo en las avenidas donde mayor puede ser la velocidad, por la amplitud de la calzada y el tráfico más espaciado, los coches respetan más los límites de velocidad. En dirección a la rotonda del Leclerc y después ya hacia el polígono El Montalvo, el límite oscila entre ochenta y cien kilómetros por hora. La mayoría de los vehículos van al límite, sobrepasándolo ligeramente, pero manteniendo la velocidad.
 
Sin embargo, al girar hacia San José vuelve la tónica anterior. Adelantamientos por la izquierda sin cesar hasta llegar al puente Príncipe de Asturias, donde ocurre el mismo efecto que en el radar junto a La Aldehuela. Los coches frenan antes del nuevo medidor de velocidad, para acelerar metros después.
 
Al adentrarnos en el primer cinturón de la ciudad, por el paseo de Canalejas, se alcanzan las mayores velocidades. A cuarenta por hora son numerosos los vehículos que pasan por la izquierda a toda velocidad, sobre todo en la avenida de Mirat y el paseo de Carmelitas. Tan sólo al final de Canalejas, cuando hay varios semáforos, nos encontramos con algunos coches que respetan los límites y no nos adelantan. El trayecto concluye por el paseo de San Vicente, donde normalmente se corre más que en las avenidas anteriores.

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