Creció viviendo de cerca una profesión que desde muy pequeño quiso ejercer no solo por tradición familiar, sino por su ?relación directa con la gente?. Con 18 años Agustín aprobó la oposición para el correo rural y comenzó a ir de puerta en puerta, de casa en casa, para entregar las cartas y envíos a sus vecinos.

El pueblo en el que trabaja tiene una población actual de casi 1.500 habitantes y cuando empezó había 5 carteros. Ahora ya solo queda él, pero no solo para atender la misma localidad, sino otras cuatro más de los alrededores.

En total Agustín se recorre diariamente 115 kilómetros para en muchos casos no poder repartir todos los envíos. ?Te van quitando la alegría y la ilusión, porque ha aumentado tanto el trabajo que conoces los nombres y apellidos, pero no conoces las caras?, comenta Agustín.
Tras más de 30 años al servicio de Correos, este cartero rural asegura que la gente se resigna a que las cartas les lleguen un día tarde, ?si les quitan al médico y no protestan, cómo lo van a hacer porque le quiten al cartero?. Y es que la sensación que le queda no puede ser más triste, porque a su juicio parece ?como si los jefes estuvieran intentando cargarse esta empresa?.

Reconoce que hace años la situación de bonanza era excesiva, ?teníamos tiempo al repartir de hablar con los vecinos tranquilamente?, pero ahora ocurre todo lo contrario, ?hay compañeros que recorren las calles de los pueblos en coche?, por ello afirma que ?no hace falta lo de hace 30 años, pero se puede buscar una situación intermedia?.

En cuanto al futuro, Agustín asegura ?no me atrevo ni a pensarlo?, a lo que añade ?hay quien dice que llegaremos a dejar las cartas en un punto del pueblo para que la gente las recoja allí?.

Respecto a la disminución de envíos, Agustín afirma que es cierto que ha disminuido el volumen, ?pero tampoco tanto como quieren hacer ver, solo es cuestión de organizar bien las cosas?.     

 

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