Este fin de semana el barrio de Puente Ladrillo le rinde homenaje por su trayectoria como párroco a lo largo de un total de cincuenta años y todo lo que ha hecho por su gente mientras ha sido sacerdote del lugar. Hoy ha comentado Romo ante los vecinos de Puente Ladrillo “que estar allí ha sido una etapa muy feliz porque el barrio me ha hecho sentir como uno más de la familia. Me han enseñado también a ser cura”.
Antonio Romo se acuerda perfectamente de sus inicios en Puente Ladrillo, cuando subían al barrio desde el Seminario a atender a las familias necesitadas del mismo. “Esto era como un pueblecito y yo siempre me encuentro muy agusto en los pueblos. Vine por aquí y poco a poco me encariñé con Puente Ladrillo y tal fue eso que me asignaron esta parroquia sin lugar a dudas”. “El ser sacerdote en Puente Ladrillo me ha hecho más humano, más vulnerable, más fraterno y más feliz”.
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