Y llegó uno de los días más esperados por las peñas de Lumbrales que, al llegar la noche, tenían una cita con una de las actividades festivas que dejó momentos para la historia y carcajadas a gogó.

El Grand Prix nocturno se hizo esperar pues la jornada deparó antes otros momentos de diversión gracias a los hinchables y, sobre todo, la paella de confraternización para los lumbraleños y los muchos visitantes que estos días pueblan las calles de la localidad.

El chupinazo de las seis de la tarde, previo al encierro infantil, supuso el preludio de lo que vino después, la gymkhana en la que los peñistas pusieron a prueba sus límites sin perder en ningún momento la sonrisa. 

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