La Generalitat de Cataluña investigará si el claustro románico del Mas del Vent de Palamós perteneció a la Catedral Vieja de Salamanca. De esta forma se une a la Junta de Castilla y León, cuya consejera de Cultura y Turismo, Alicia García, confirmó recientemente que técnicos de Patrimonio ya están sobre el asunto. Este conjunto arquitectónico supuestamente datado del siglo XII, que se encuentra dentro de una finca privada de Gerona desde 1959, pertenecería a la Iglesia de Santa María la Mayor, Catedral de Salamanca, según afirmó días atrás en una conferencia en Lisboa el experto Gerardo Boto, profesor de Historia del Arte Medieval de la Universidad de Girona. 
 
Ante esta información, el deán de la Catedral de Salamanca manifestó que desde hace algún tiempo el Cabildo ya tenía conocimiento de la discusión puramente intelectual relacionada con la autenticidad original del claustro de Palamós. Por otra parte, que entiende que en realidad se trata de una cuestión simplemente académica, que debe ser resuelta en ese ámbito. Además, que el Cabildo Catedral está interesado en que se aclare toda la verdad sobre esta discusión. Por eso, el Cabildo de Catedral hará cuanto esté en sus manos para que se resuelvan las dudas con carácter definitivo sobre la autenticidad original del claustro, lo que será altamente beneficioso para todos desde el punto de vista histórico y artístico.
 
El claustro, objeto de la polémica
 
Su hallazgo salió en la prensa a inicios de junio de 2012 gracias a la investigación de este historiador, aunque tanto el Archivo municipal de Palamós como el Plan de ordenación urbanística municipal ya tenían constancia de su existencia. Por el momento la obra carece de cualquier catalogación o protección. De procedencia incierta, en 1931 el claustro fue adquirido por el anticuario zamorano Ignacio Martínez Hernández (referido a veces, incorrectamente, como Ignacio Martínez Martínez) que lo montó en los terrenos pertenecientes a una marquesa amiga suya, en el actual distrito de Ciudad Lineal de Madrid, donde gozaba de protección y vigilancia por parte de un restaurador. El montaje se habría acabado en el año 1943. Entre los años 1931 y 1936 se puso a la venta por cinco millones de pesetas, que se rebajó a tres y medio después de 1939, con la intención de venderlo a un rico estadounidense.
 
El 23 de julio de 1958 se realizó el contrato de compraventa por un millón de pesetas, por el cual Hans Engelhorn, antepasado del actual propietario, adquiría el conjunto arquitectónico, el cual fue numerado, desmontado y transportado al año siguiente en camiones desde Madrid a su actual ubicación. Según se explica en el reverso de las fotografías conservadas en el Archivo Municipal de Palamós, las arcadas se montaron entre febrero y abril de 1959 mediante un montaje fiel a la técnica del siglo XII. En 1966 los propietarios hicieron una consulta sobre la autenticidad de la obra a Carmen Gómez-Moreno, graduada en historia del arte por la Universidad de Harvard y conservadora de los departamentos de arte medieval y los claustros, y de escultura europea y artes decorativas del Metropolitan Museum of Art (Nueva York). Gómez-Moreno dictaminó por carta, basándose solo en material fotográfico recibido, que el claustro era una falsificación.
 
Sin catalogación ni protección, Gerardo Boto conoció su existencia gracias a la publicación de un reportaje fotográfico en la edición francesa de los meses de julio y agosto de 2010 de la revista de decoración AD, donde la fotografía del claustro se publicó a doble página. Después de estudiar la fotografía en alta resolución, en diciembre de 2010, Boto publicó un estudio en la revista Románico y, posteriormente, lo anunció en el simposio que llevaba por título Arte Fugitivo organizado por el grupo EMAC de investigación sobre el románico y gótico de la Universidad de Barcelona. El investigador aseguró que intentó acceder a la finca para estudiar el monumento, pero nunca consiguió el permiso pertinente.
 
Características
 
El claustro del Mas del Vent, según Gerardo Boto, es de enormes proporciones. Los capiteles superan las medidas de cualquier otro conjunto conocido y los arcos miden 3,21 metros desde el fuste a la clave. Algunos capiteles muestran la marca del rey Alfonso VIII de Castilla, figuras humanas y gran número de elementos vegetales y animalísticos, sobre todo aves, leones y jabalíes así como monstruos fantásticos, aunque no se aprecia ningún motivo religioso.
 
Según el cálculo de Boto, las galerías tienen unas medidas 23,8 y 23,9 metros de longitud. Dos de ellas presentan diez arcos sobre columnas y capiteles dobles, excepto la del centro de la galería, que es cuádruple. De las otras dos galerías que acabarían de cerrar el claustro de 44 capiteles no se conservan columnas ni arcos y los capiteles reposan directamente sobre las bases. Rodeado de pinos, olivos y algarrobos, cuenta con un pequeño tejado de hierro que lo protege de la humedades.

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