La Asociación contra la Leucemia y las Enfermedades de la Sangre (Ascol),  nació en 1992. Por entonces, en el Servicio de Hematología del Hospital Clínico, surgía la necesidad de contar con un programa de ayuda a los enfermos y familiares afectados de leucemia o de cualquier otra enfermedad de la sangre, que ofreciera a los pacientes lo que el propio centro médico no podía darles. 

Cuando empezaron sólo eran ocho personas, pero actualmente la plantilla se ha ampliado con todos los colaboradores y profesionales sanitarios requeridos.  Emilio papel, ex paciente, voluntario y vocal de Ascol, ha explicado que la crisis les afecta como a todo el mundo, y que en el caso de la asociación, actualmente no están recibiendo ninguna subvención. Por otro lado, ha insistido en que el programa de voluntariado siempre ha ocupado un lugar básico en la ayuda que brindan a los pacientes.

Gracias a iniciativas  como el Servicio de Información y Asesoramiento, Ascol pretende normalizar las enfermedades desde las perspectivas sociales, económicas o laborales.Con su servicio de ayudas materiales, los enfermos que pasen largos períodos de tiempo ingresados pueden disponer en el hospital de elementos que hagan su vida más cómoda y llevadera, para poder olvidarse así de su situación diaria. Ascol les proporciona un servicio de biblioteca  y una sala en la planta de Hermatología. 

Además, a través del servicio de alojamiento, pone a su disposición pisos totalmente equipados. Por último, con su programa de búsqueda y tratamiento de recursos, atienden  las necesidades de pacientes y familiares que requieran actuaciones específicas de contacto con otras instituciones. Desde programas como el de sensibilización, Ascol acerca la información de estas enfermedades mediante campañas y conmemoraciones de ferias que promuevan la solidaridad y comprensión de la gente. Un ejemplo es su colaboración con el Día del Donante Universitario. También disponen de una revista anual de carácter científico y divulgativo, y participan en actos culturales y sociales.

La realización de actividades diarias es fundamental para aprender a convivir con una enfermedad. Por eso ponen a disposición de los pacientes grupo de apoyo psicosocial y favorecen la comunicación incluso con un programa de emparejamiento. Las técnicas de relajación, juego y manualidades también son vías de escape muy positivas.

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