Nunca se podría imaginar Asterio, las peripecias que tiene que pasar para conseguir la ramita de hierbabuena que su madre necesita para hacer un guiso. Deberá resolver enigmas, superar pruebas, andar por caminos y lugares desconocidos.

Personajes con muy mala sombra no se lo pondrán fácil, otros no le dejarán seguir y los que le quieren ayudar no podrán hacerlo, pues... «Nadie debe ayudarle, nadie puede ayudarle, nadie le ayudará», pero... en el camino de regreso a casa hallará la solución.

La ramita de hierbabuena ha hecho disfrutar al público contando algo que casi todos, siendo niños, hemos vivido alguna vez: el recado al que nuestra madre nos enviaba, acompañando siempre la recomendación de volver pronto. Sólo a veces lo conseguíamos, aunque casi siempre lo intentábamos. 

Como lo intenta Asterio pese a las continuas jugarretas que le gastan los acontecimientos, empeñados en convertirse en sorprendentes aventuras: unas divertidas, otras amargas, todas erigidas en obstáculos para su regreso. Aventura física y aventura mental que vienen a fundirse en la aventura única de su vida. Y siempre con la ayuda decisiva de su compañera de andanzas: su amiga Galatea

 

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