Plaza de toros de Bayona. Casi lleno. Toros de Dolores Aguirre. Javier Castaño, silencio; Manuel Escribano, ovación y dos orejas y Alberto Aguilar, oreja. Saludaron en el primero David Adalid y Fernando Sánchez.

Según relata www.mundotoro.com, "en la muleta, el toro tiene nobleza, un puntito de mansedumbre y una evidente falta de fuerza. Javier Castaño le plantea faena entre la primera y segunda raya, tratando de ligar muletazos que el toro no admite. De uno en uno, dandole tiempo y pausas, le saca muletazos limpios a una faena a la que le faltó emoción porque el toro no la tenía. Le mató de pinchazo, estocada casi entera y dos descabellos. Silencio. El chorreado en verdugo que hizo cuarto fue un toro alto, largo y con mucha caja. Desde su salida a la plaza manseó, apretando siempre hacia los adentros y sin definirse nunca. Puso en apuros a Castaño, desarmándole el capote en un arreón, y a su cuadrilla en banderillas en una lidia deslucida con visos de capea. En la muleta huyó siempre en los muletazos hacia adentro y no hubo terreno en donde no sorprendiera al torero en algún muletazo. Muy complicado; Castaño pasó un trago con la espada y el descabello".

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