Juan Carlos, trasplantado de riñón: “Lo pasas mal pero aprendes mucho”

Después de varios giros de 180º, tal como dice Juan Carlos Sánchez, el trasplante le ha vuelto a cambiar la vida para devolverle, en la medida de lo posible, la normalidad que no tiene desde los 30 años. Desde entonces, trece con un tratamiento de control, cuatro y medio en diálisis y otros dos en su nueva situación ha sido un tiempo de idas y venidas en sus hábitos de vida y carácter hasta que una de las muchas familias caritativas en España le cedió un riñón que agradece. “Se aprende a valorar las pequeñas cosas como beber un simple vaso de agua"

 Juan Carlos, trasplantado de riñón: “Lo pasas mal pero aprendes mucho”
Juan Carlos, trasplantado de riñón: “Lo pasas mal pero aprendes mucho”

Juan Carlos Sánchez es una de las muchas personas que han debido entrar en un quirófano para recibir un trasplante de órgano. En su caso ha sido de riñón después de que a los 30 años le fuera diagnosticado poliquistosis renal. Su historia es la de otros muchos que agradecen la solidaridad española en el ámbito de los trasplantes, a pesar de que la Ley no permita conocer de quién es ese órgano que salva vidas. 

Para Juan Carlos, esto es mejor a pesar de que en un primer momento sientas la necesidad de agradecer a la familia. Esto es así para evitar luego cierta culpabilidad o excesivos cuidados, aunque no sea muy difícil saber de dónde procede el órgano. Más allá de ello, reconoce que el proceso ha sido duro, aunque de él “aprendes mucho”.

A él no le pilló por sorpresa. La poliquistosis es hereditaria y su madre ya la padeció. También su padre tuvo problemas con el riñón aunque por otras circunstancias. Digamos que ya sabía a lo que tenía que atenerse. En su caso fueron trece años con un tratamiento menos invasivo que la diálisis, tratamiento con el que estuvo cuatro años y medio antes de encontrar un riñón.

Antes, eso sí, rechazó otro al año y medio con una sensación que recuerda como mala. De hecho, llegó a pensar en que nunca más se volverá a enfrentar a un trasplante aunque le duró poco esa sensación. Al igual que el tratamiento psicológico al que tuvo que acogerse en el momento de comenzar la diálisis. Y es que es importante afrontar este proceso con fuerza y convicción.

Una readaptación complicada

“La vida te cambia 180 grados”, asegura Juan Carlos Sánchez, que recuerda la importancia de concienciarse de que el ritmo de vida debe ser otro. De hecho, afirma que mucho de este cambio es psicológico, aunque cada dos días haya que acudir al hospital para que te retiren durante cuatro horas eso que no has podido expulsar a través de tus riñones. 

Lo peor, sin embargo, no deja de ser el cambio de ritmo en la vida. De repente, no puedes beber el líquido que quieres porque si no “la presión del cuerpo es brutal” y, por tanto, el proceso de diálisis es más invasivo lo que, a su vez, provoca una recuperación más lenta con posibilidad de mareos, náuseas o calambres. 

Tampoco puedes comer lo que comúnmente se denomina sano. El potasio de frutas y verduras deben desaparecer de la dieta de un enfermo renal que, debido a esa exigencia de acudir al hospital, también tiene que dejar el trabajo y su vida diaria. Estas son las cosas, por muy tópico que suene, que se aprenden a valorar en tanto tiempo de este tratamiento. Esos pequeños momentos de la vida, tan habituales, que de repente dejan de existir. Eso sí, reconoce que siempre hay gente peor. 

De hecho, poco a poco, vas consiguiendo acomodarte, en la medida de lo posible, a una nueva rutina mientras se espera ese órgano que, además de salvarte la vida, te dotará de una mayor calidad de vida. Mientras esto ocurre, se consuela Juan Carlos Sánchez, siempre puedes aprovechar de esas horas en el hospital para desconectar con la televisión, un libro o, incluso, dormir. 

El trasplante no evita la enfermedad

Sí. Un nuevo órgano que el cuerpo acepta se recibe con la alegría que se debe pero ello no elimina la enfermedad. El tratamiento, otro diferente, debe seguir en la vida diaria de cada uno y el miedo sigue siendo libre. A pesar de ello, el trasplante es lo mejor que le ha podido ocurrir y por ello se lo agradece a todos los donantes, especialmente al suyo. 

Ahora ha podido pasar de ser ayudado por la asociación a ayudar. Dos años lleva con su nuevo riñón y todo marcha perfecto, aunque en un primer momento también existió un rechazo lógico. Este proceso, repite, le ha hecho más fuerte y disfrutar hasta del café que se bebía antes de la entrevista. Nada es imposible. 

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