Seis kilómetros separan la basílica de Santa Teresa, situada en la villa de Alba de Tormes, de la fuente de Santa Teresa. Un espacio que preside el manantial adecentado con un merendero y que los albenses utilizan para honrar a la Santa. Especialmente cada fin de año, cuando desde hace ya unos cuantos peregrinan para mostrarle una vez más su devoción.
Cuenta el milagro que un joven con antorcha alumbró el camino de Santa Teresa y otras hermanas en su regreso a Alba de Tormes durante una noche de lluvia. Por eso se construyó un manantial con su imagen y ahora sus fieles caminan hasta allí a fin de despedir el año en una costumbre que ha ido incrementando exponencialmente sus participantes con el paso de los años, hasta contar con casi un centenar de personas en esta ocasión.
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