Amor y horror nazi

Entrevista con la periodista y escritora, Mónica G. Álvarez en otra entrega de Crónicas Atlantes

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Nuestra entrevistada se ha ganado por méritos propios estar situada en el selecto grupo de autoras con éxito en nuestro país. Su formación periodística, la sencillez y profundidad con la que escribe, y por qué no decirlo, su enorme simpatía, convierten a Mónica G. Álvarez en la portadora de la varita mágica que viste la lectura de un libro, en una experiencia especial. Su último libro publicado por Luciérnaga, lleva como título “Amor y Horror Nazi. Historias reales en los campos de concentración”, un viaje a través del auténtico amor surgido en el hostil y negro ecosistema de los campos de exterminio nazi. Con Mónica he podido charlar hace unos días, para hablar de su libro y para que no se pierdan las buenas costumbres entre amigos.

¿Dos años de investigación y cuanto de ti has dejado en el camino hasta hacer realidad AMOR Y HORROR NAZI, tu último libro?

Lágrimas, muchas lágrimas. Algunas de tristeza, otras de emoción. Pero sobre todo, una fe absoluta en el ser humano y en cómo un sentimiento tan intangible como es el amor puede llevar a cualquier mujer y hombre a luchar contra una maquina ‘casi’ invencible como fue el Tercer Reich. Porque el amor, sin lugar a dudas, es el motor de nuestras vidas.

¿Qué te atrae del nazismo para haber escrito tanto sobre él?

No puedo llegar a entender cómo el pueblo alemán llegó a sucumbir ante Adolf Hitler y una ideología infernal que lo único que trajo consigo fue crueldad, barbarie, muerte y un genocidio con más de seis millones de personas asesinadas. Y como no encuentro todavía respuesta pese a todo lo investigado, sigo queriendo conocer más profundamente las historias que rodearon a este demencial momento de la historia.

¿La Historia está escrita para no ser olvidada?

Por supuesto. Y también para no volver a repetirla. Pero desgraciadamente el ser humano tropieza sobre la misma piedra más de tres veces. Todo lo que ocurra (bueno o malo) ha de ser contado, siempre. Por supuesto, siguiendo la estela de la veracidad y la objetividad por muy complicado que sea el camino hasta conseguirlo.

Muchos dejaron fuera del campo de la muerte a sus parejas, quedando el amor relegado a los recuerdos. ¿El reencuentro se dio en muy pocas ocasiones?

Entre los catorce protagonistas que componen “Amor y horror nazi”, solo los más ‘afortunados’ consiguieron ese reencuentro. Porque al final, fue el destino y el azar el que eligió por ellos. De hecho, cuando todo parecía salir bien en la historia entre Jerzy y Cyla hay una circunstancia que les separa; en cambio, la providencia quiso que dos muchachos como Howard y Nancy lograsen mirarse de nuevo a los ojos tras Bergen Belsen. De eso tratan estas historias y la vida en general. Porque al final, estos testimonios pese a que ocurren en los campos de concentración tienen un hilo en común con el resto de seres humanos: cómo el amor les ayuda a sobrevivir.

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¿De verdad es posible enamorarse en un campo de concentración, en medio de la desgracia, la tortura y la muerte?

Yo creía que no. De hecho, me negaba a creerlo. Pero me equivoqué. Paula, Howard y Nancy, tres de los supervivientes que aún viven y a los que pude conocer (del resto solo pude charlar con sus descendientes), me ratificaron que sí era posible. Que aunque los nazis les despojaron de prácticamente todo en sus vidas –ropa, cabellos, pertenencias, familia- jamás lograron arrebatarles los sentimientos. Y por supuesto, esa necesidad de amar y de enamorarse.

Jerzy y Cyla, amor a través de un pequeño agujero…

Una curiosa historia, sobre todo por la situación. Ambos trabajando en el granero de Auschwitz, separados por un tablón de madera que tenía un pequeño agujeto… Así se vieron por primera vez, con las caras desencajadas debido al hambre y a la enfermedad, con una delgadez extrema, sucios, sin pelo… Y aún así, surge entre ambos un amor a primera vista que duró casi sesenta años. Ellos son el ejemplo de que uno se enamora no de las apariencias si no de aquello invisible a los ojos y que nos conecta a los seres humanos.

Howard y Nancy… ¿auténtico amor y quizá una de las historias más llamativas?

Conocer a esta entrañable pareja es uno de los regalos de mi carrera. No solo por su testimonio si no por su generosidad y su calidad humana. Cuando me explicaron su historia de amor, lloré. No era para menos. Al fin y al cabo y como me contaba Howard, ¿quién recoge a un muchacho del suelo, moribundo, lo salva y lo trae de vuelta a la vida? El absoluto acto de bondad de Nancy es lo que llevó a estos octogenarios a convertirse en verdaderas almas gemelas.

Llama la atención la existencia incluso de amor lésbico entre una nazi y una mujer judía. ¿El rizo rizado?

El amor no entiende ni de género, ni de sexo, ni de ideología, ni de religión. Y aquí se conjugan todos estos factores. Lilly una mujer heterosexual, aria, nazi, casada con un oficial de las SS y con cuatro hijos se enamora perdidamente de Felice, una joven judía y lesbiana. Cuando Lilly le confiesa sus sentimientos aún no sabe que Felice es judía. Cuando lo descubre, pese a lo terrible de la circunstancia y a ese rechazo inicial, ella antepone su amor incondicional, mágico y único hacia su amada por encima de su ideología nazi. De ahí que sea una historia que desafiase al Tercer Reich. Aquí ganó el amor pese a su trágico final.

AMOR Y HORROR NAZI, ¿un libro recomendado para quién?

Para aquellos que quieran descubrir una pieza más de ese puzzle que conforma el Holocausto. Que quieran conocer de primera mano historias veraces, vivas, reales y únicas sobre unos supervivientes que lo arriesgaron todo por amor. Que lucharon por amor. Que casi murieron por él y que a día de hoy, siguen creyendo que el amor mueve el mundo. Y están en lo cierto. Ni el dinero, ni el poder, ni la fama, ni la política hacen que el ser humano se estremezca tanto como lo hace el amor. Porque al final, da igual en qué tiempo estés, en qué lugar o qué circunstancias vivas, el amor es universal.

Muchas gracias por habernos prestado parte de tu tiempo.

Gracias a vosotros por vuestro cariño, siempre. Un abrazo.

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