Al igual que con el acoso escolar, las víctimas de ciberbullying solo piden ayuda a los adultos cuando su situación se prolonga en el tiempo más allá de un curso escolar. Los padres suelen ser las personas a los que los chicos confían su problema y lo hacen con mayor frecuencia (81,3%) que las víctimas de otros tipos de acoso en la escuela (62,1%).

También es más habitual, con respecto a los casos de acoso físico, que los profesores que conocen un caso de ciberbullying tomen medidas. El 75% de los docentes que fue informado tomó algún tipo de medida para sancionar a los acosadores, mientras que el porcentaje de actuación de los profesores en otros tipos de abuso es del (59,2%). Pero estas medidas no fueron consideradas satisfactorias por parte de las víctimas y sus familias en la mayoría de los casos: el 74,2% de los casos de acoso escolar y el 59,3% de los casos de ciberacoso.

A la luz de estos datos, las fundaciones ANAR y Mutua Madrileña consideran esencial la adopción de un Protocolo de Actuación Unificado para toda España en la que se contemplen las medidas que deben adoptar los Centros Escolares.

El cambio de colegio es una medida que adoptan algunos padres (el 10%). Sin embargo, resulta poco eficaz porque en el 85,2% de los casos de acoso presencial, el fenómeno se vuelve a reproducir en el nuevo centro escolar. En el caso del ciberbullying vuelve a producirse en el 30% de los casos.

En este sentido, antes del cambio de colegio, el estudio considera más efectivo que la víctima reciba tratamiento psicológico que le permita adquirir las habilidades sociales necesarias para defenderse y fortalecer su autoestima, así como que en el centro escolar se adopten, tanto medidas contra el acosador como medidas formativas de cohesión de grupo, fomento de la tolerancia a las diferencias y rechazo a la violencia.

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