Antonio Cruz, Rafael Barnés y José Manuel Gutiérrez son tres integrantes de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Salamanca que conocen muy bien los problemas que puede padecer un enfermo de estas características. Sí, enfermo. Enfermo mental. No lo esconden ni quieren hacerlo. Han sido enfermos. Son enfermos con una gran fuerza de voluntad que un día dejaron la enfermedad aparcada para recuperar su vida.

Parece muy dramático pero nada más lejos de la realidad. La historia más impactante, pero no por ello más importante, la aporta el presidente en funciones en la actualidad. Antonio Cruz Godifredo lo pasó muy mal desde que a los doce años probara por primera vez el alcohol. Con idas y venidas, poco a poco fue sumando una adicción que desembocó en varias situaciones trágicas. 

No merece mucho la pena hablar de lo mal que lo pasó si se puede hacerlo de lo bien que está ahora. Sirva como botón algún suceso como el que vivió en un permiso en la mili para conocer a su hijo y en el que fue tumbado en el tren vestido de militar. Tras eso y muchos días muy malos, se vio solo. Sin mujer, sin hijos, sin autoestima, sin dignidad. Se vio abocado, incluso, al suicidio. Y a punto estuvo de conseguirlo bebiendo alcohol, mucho alcohol. Acabó en urgencias un día con un ultimátum del médico que no cumplió. Al día siguiente volvió, otra vez como paciente, y allí aparecieron sus hijos y hermano para rescatarle. Ellos y, lógicamente, A.R.S.A.

Ahora hace ya casi seis años del final de esa historia, casi seis años en el que volvió a nacer, como cuenta él mismo. Y de esos seis en los que conoció a la que ahora es su otra familia, tres los lleva sin medicación. Por eso puede hablar sin tapujos de lo mal que se pasa a pesar de que, sumido en la vorágine del alcohol, no te des cuenta en ese momento. ?El enfermo alcohólico no tiene un problema. Lo tienen los demás?, asevera. 

Y él sí era consciente de lo mal que lo estaba pasando pero su adicción, el encontrarse sin salida, le llevaba de nuevo al alcohol para ver si se pasaba. Pero no, al día siguiente volvía con más intensidad. José Manuel Gutiérrez cuenta, de hecho, que dejar de beber es lo fácil, ?luego llegan los problemas? acarreados a causa del alcohol. Aunque lo que antes era bebértelos, ahora es enfrentarlos. ?Vas solucionándolos y vas ganando calidad de vida?.

Que se lo cuenten al propio Antonio Díaz que, de momento, ha recuperado a su familia y ha ganado ese autoestima con el que apenas contó en su otra vida. Palabras de agradecimiento tiene especialmente hacia la Asociación en la que encontró a personas que le entendieron, que supieron hablarle y preguntarle qué tal estaba para poder salir de una vida peligrosa. Por eso recomienda a todos que acudan a recibir ayuda, que allí lo están deseando y que lo conseguirán con un poco de fuerza de voluntad.

Pero cuidado, no crean que ser alcohólico es ser borracho. ?El alcohólico lo es independientemente de lo que se beba?. El claro ejemplo es Rafael Barnés que apenas bebía dos o tres vinos al día, pero que no se los quitaran. No hay límite, ni mínimo ni máximo, para ser un enfermo alcohólico. Solo hay una adicción, un cambio de carácter si no se bebe esa cerveza, ese vino, ese cubata. No creas que no eres un alcohólico porque lo eres. Y la ayuda te la pueden dar en A.R.S.A. ?Día a día?, poquito a poquito, pero se supera. Y la calidad de vida posterior te recompensará todo lo mal que lo hayas pasado. 

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