Son muchos los amantes de las setas pero no tantos los que van al campo a recogerlas o quienes se sientan a la mesa a probarlas. Prefieren ser prudentes. Los salmantinos son conscientes de estar ante un otoño muy propicio para setas y hongos pero solo hacen caso a gente de confianza para evitar problemas pues todos los años “siempre hay alguien que termina llevándose un susto”.  Las estadísticas no mienten. Cada temporada de setas muere algún aficionado como consecuencia de una imprudencia.

El tiempo ha desterrado ya viejos y dudosos métodos para reconocer setas en mal estado o sin valor culinario. Nada es más fiable que conocer alguna de las 2.000 especies catalogadas en Salamanca y ser conscientes de que existen hongos muy parecidos entre sí capaces de engañar a los ojos poco entrenados y causar daños a veces irreversibles.

 

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