La especulación urbanística ha dejado miles de viviendas sin vender, promociones a medio terminar, solares sin construir, pero el pinchazo de la burbuja inmobiliaria también salpicó a proyectos urbanísticos. Iniciativas que planteaban un futuro de ladrillo y mármol pero que se vieron atrapadas en un presente de ruina y escombros. Así ha ocurrido con el antiguo recinto de Mercasalamanca. 

Las viejas instalaciones junto a la estación de ferrocarril se han convertido en una especie de barrio fantasma. Naves abandonadas donde los residuos se acumulan durante el día, pero un recinto que al llegar la noche tiene más vida de la que aparenta. El antiguo Mercasalamanca se ha convertido durante los últimos meses en cobijo para indigentes y drogadictos, pero también en un lugar para esconderse quienes tienen causas pendientes con la Justicia. 

En lo que va de año se han registrado tres incendios en la zona debido a las fogatas incontroladas que se llevan a cabo en las naves abandonadas. Pero también se ha detenido a al menos una decena de personas, algunos por intentar robar la chatarra que aún permanece en algunas naves, pero también hubo un detenido por una violación y otro por encañonar con una pistola a una mujer en un bar de Garrido.

De la puerta que hay en la prolongación del paseo de Los Madroños se han retirado varios barrotes, dejando un hueco por el que acceder cada noche hacia lo desconocido. Cada nave se ha convertido en una especie de refugio donde se agrupan individuos según su raza o función en tan singular ‘barrio’. Los vecinos de la zona muestran su malestar por un creciente problema, pero mientras se esperan soluciones por parte de las administraciones, Salamanca tiene su particular gueto donde adentrarse es tentar a la suerte.

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