El último atropello sucedió el pasado sábado, cuando un hombre de ochenta años perdió la vida al intentar cruzar la prolongación de la avenida de Portugal. Una avenida con alta peligrosidad y que es uno de los puntos negros de la ciudad para los atropellos. Los salmantinos coinciden en que el sol suele deslumbrar, a veces los peatones cruzan despistados o confiados, y los conductores corren más de lo permitido.

“Estas cosas pasan, no se puede hacer nada, los coches tienen que circular”, dice un hombre, resignado. “A veces la gente cruza cuando tiene el semáforo cerrado”, señala otro. Aparte de la precaución, a pocos se les ocurren soluciones posibles para esta avenida, que parece estar condenada sin remedio. “Estaría bien poner badenes, algo”, asegura una madre, que teme cada vez que tiene que cruzar con el carrito de su bebé.

“Alguna señalización, o reducir el límite de velocidad”, sugiere otro vecino de la zona. “Hay semáforos ya, pero tampoco los respetan siempre, así que...”, apunta un ciudadano. Las medidas parecen inútiles a ojos de muchos, y por el momento, no creen que vayan a cesar los atropellos. 

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