Entre los principales problemas que afrontan estas mujeres pueden destacarse tres: la ausencia de referentes culturales y sociales de lesbianas reconocidas, lo que dificulta el proceso de salir del armario; las dificultades para hacer visible su orientación sexual en el trabajo, el miedo a las represalias se ve acrecentado además por las condiciones de precariedad laboral (brecha salarial, altos índices de temporalidad, desempleo femenino, etc.) que sufren las mujeres; y la invisibilidad en el ámbito sanitario, que no contempla la realidad de las mujeres lesbianas.
En este sentido, no existen protocolos ginecológicos que incluyan o consideren las prácticas sexuales de las lesbianas, ni políticas de prevención de VIH o ITS. Por otro lado, las mujeres lesbianas tienen que afrontar por las posibles represalias. A este aspecto se suma además la exclusión de las lesbianas (y mujeres solteras) de los programas de reproducción asistida públicos, por lo que tienen que recurrir al sistema de salud privado, un hecho que constituye una flagrante discriminación de este colectivo por su orientación sexual, y disminuye las posibilidades de mujeres solteras y lesbianas trabajadoras de ser madres, ya que no pueden afrontar los costes de las clínicas privadas.
Algunas propuestas concretas incluyen el desarrollo de programas de empleo favoreciendo la inserción laboral de las mujeres que hayan contraído matrimonio o sean parejas de hecho (unión civil) con otras mujeres, mediante la rebaja de la presión fiscal de las empresas contratantes u otros métodos de activación del empleo. También la implantación conjunta entre universidades y CCAA de programas de concienciación de la realidad de las mujeres lesbianas y bisexuales en los centros educativos. Y modificar la cartera de sanidad para incluir nuevamente a las lesbianas y mujeres solteras en los programas públicos de reproducción asistida públicos.
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