En los últimos años ha proliferado la venta de cigarrillos electrónicos, de ahí que en Salamanca hayan comenzado a aparecer tiendas especializadas en ello. La primera de ellas surgió en el Paseo de Canalejas y hasta allí se ha desplazado SALAMANCA24HORAS para conocer su funcionamiento.

Este aparato está compuesto por una batería que calienta la resistencia, que a su vez hace lo propio con el líquido y provoca la emisión de vapor. “Es una sensación muy real, es el mejor método para dejar de fumar, una persona sigue fumando pero sin tragar las 4.000 sustancias tóxicas”, asegura su dueño.

La única sustancia nociva para la salud que contiene es la nicotina, que al igual que ocurre con los parches y los chicles va reduciendo progresivamente su dosis hasta llegar a cero y terminar con la adicción. Al contrario que los estanqueros, los gerentes de estos negocios aseguran que sí funciona, con una estimación aproximada del 80 por ciento. “Tengo clientes que recuperan el 50 por ciento de su capacidad pulmonar”, afirman desde Fumosín.

A pesar de que resulta más beneficioso que un cigarro normal, la Junta de Castilla y León ha recomendado no hacer uso de él en los edificios públicos. Sobre esto, Alberto, dueño de Fumosín, ha señalado que “hay unos intereses creados enormes, también para que no se deje de fumar. Un paquete de tabaco debe ser algo así como la gasolina, un 50 por ciento son impuestos, si un paquete vale cuatro euros y medio, 2,25 euros de cada paquete va al Estado”, explica.

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