SALAMANCA24HORAS pone a prueba cada domingo los conocimientos charros de los salmantinos. Cuál fue el protagonismo de Salamanca en la revuelta de los Comuneros, por qué a los salmantinos nos llaman charros, qué significa ?estar aborrajado? o el nombre de los pabellones de la Plaza Mayor han sido algunas de las preguntas del ?examen de salmantinismo? iniciado por este diario. 

En esta ocasión, preguntamos a la sociedad salmantina por algo muy característico de la provincia, los trajes charros. Si la primera pregunta de esta sección fue el significado de la palabra charro, ahora se finaliza con el número de trajes que han existido y existen en la actualidad.

La mayoría de los encuestados sí notaban diferencias entre los distintos trajes aunque los emparentaban con distintas zonas de la provincia. Ninguno supo decir cuántos son ni referirse a los distintos detalles que contenían según fuera utilizado para un cierto acto u otro. Así, por ejemplo, se encontrarían en esta clasificación el de faena, media gala, gala y gran gala, entre otros.

Traje típico

El típico traje charro, que se extiende por gran parte de la provincia, tiene una serie de particularidades. Las piezas del traje de hombre son una gorrilla de embudo, camisa con deshilado o chorrera blanca de fino hilo con un cuello muy labrado y abrochado con un botón de oro, una chaqueta ajustada y corta, un chaleco abierto en forma de escuadra con dos filas de botones planos y anchos de plata, un cinto ancho charolado o de cuero, un calzón muy ceñido al muslo y una media negra y bota alta de montar.

Por su parte, las piezas del traje de la mujer son una jubona de terciopelo calado bordado en seda de color, un pañuelo de hombros, un dengue o rebocillo con muchos bordados d felpilla o mostacilla, un manteo encarnado de debajo con vuelta, unas medias caladas y zapatos de terciopelo, un mandil o picote bordado y rematado por un faralar de seda, una faltriquera bordada colgando de la cintura y, por detrás, dos cintas muy bordadas rematadas de fleco de oro.

En cuanto a la ropa interior, los atuendos eran una chambra de muy fina batista blanca con peleles abiertos así como variadas enaguas, empezando por las realizadas en finas batitas y terminando en los muletones. Sobre el tocado, de rodetes con trenzas caladas para las orejas adornando con horquillas y horquillones, un moño de picaporte atado con unas cintas bordadas y pañuelo de tul bordado encima, pendientes de arracadas y una mantilla de rocador de terciopelo negro bordado en azabache y abalorios. Por último, las joyas y ornamentación con collares de oro, aderezos, galápagos, cruces y veneras, pájaras con ramo en el pico y de cola con muchas plumas en el espiral, hojas y flores o corazones adornan el vestido. 

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