Cuatro o cinco meses de trabajo. No más. Lo que para algunos sería una alegría, para los castañeros es, sin embargo, un problema. Muchos de ellos tienen a la castaña como principal fuente de ingresos por lo que buena parte del año dependen de la rentabilidad que puedan sacar de su puesto de castañas. 

Lo cierto es que esta bonita tradición ha venido a menos en los últimos años. Las economías familiares se han visto resentidas con la crisis por lo que ajustar se ha convertido en una obligación. En este ámbito, las castañas son carne de cañón por lo que en muchos puestos se ha tenido que subir el precio para intentar ajustar los gastos y tener algo de ingresos. 

Lo que antes eran doce castañas por un euro ahora se ha convertido en gran parte de la capital en diez castañas por un euro. Otros, sin embargo, han decidido mantenerlo con la particular guerra que ello ha levantado. Ya en una reunión de la nueva Asociación de Castañeros, que conforman tan solo cinco puestos, se criticaba este hecho y otros tantos que no forman parte de dicha Asociación también lo opinan. Quizás no compartan sus formas o reivindicaciones pero el fondo sigue siendo el mismo. Se necesita una igualdad que se ha perdido si es que algún día se tuvo.

Mientras se lucha por ello, cada uno con sus armas, los puestos ya se encuentran abiertos desde finales de octubre en horario de tarde. Desde 17 horas hasta 22, aproximadamente, los salmantinos podrán degustar este rico complemento de la dieta tan característico de la provincia. Aprovechen ahora que el tiempo parece que ha dado una tregua. No tardará en regresar el frío y la lluvia, principal enemigo de los castañeros, aunque todo se pueda arreglar con una sombrilla. 

 

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