El 11 por ciento de los pacientes manifiesta tener dificultades para seguir su tratamiento. Así se desprende de una encuesta realizada por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) coincidiendo con la celebración del Día de la Adherencia e información de medicamentos, y cuyos resultados se han presentado en el 59 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) bajo el lema 'Conoce. Comparte. Crece' y al que acuden más de 1.000 especialistas de toda España.

El objetivo de esta encuesta, en la que participaron 723 pacientes en tratamiento crónico con una edad media de 51 años, que tomaban una media de tres medicamentos al día, fue valorar su grado de cumplimiento. La mayoría de las entrevistas se realizaron a pacientes externos que acuden al hospital a recoger su medicación, aunque también participaron de otras áreas (ingresados, urgencias, hospital de día y consultas). Se utilizaron cuatro tipos de cuestionarios: el Haynes-Sackett, que valora la dificultad para seguir el tratamiento; el Morisky-Green, que considera al paciente como no adherente cuando se contesta incorrectamente cualquiera de las cuatro preguntas; la Escala Analógica Visual (EVA), para valorar la adherencia percibida por el paciente; y otro de adherencia selectiva o diferente entre los medicamentos.

Las conclusiones muestran que el nivel de adherencia varía según cómo se mida: un 56 por ciento cuando se considera un cumplimiento total o perfecto (según el test Morinsky-Green); un 77 por ciento, si solo se tienen en cuenta los olvidos; y un 87 por ciento, según la escala EVA. Para el presidente de la SEFH, el doctor José Luis Poveda, la educación es clave para abordar el problema. “Si los pacientes no cuentan con una información adecuada sobre los medicamentos se corre el riesgo de que abandonen el tratamiento. Las consecuencias, tanto de salud como económicas, derivadas de un fracaso terapéutico pueden evitarse ayudando a los pacientes a entender qué están tomando y con qué finalidad”.

Las consecuencias de un mal cumplimiento

Por su parte, la doctora Olatz Ibarra, coordinadora del Grupo de Adherencia Terapéutica-ADHEFAR de la SEFH, advierte sobre las consecuencias de un mal cumplimiento. “La falta de adherencia se traduce en un mal control de la enfermedad, y por consiguiente en peores resultados en salud. Además, se aumenta el número de visitas a urgencias y, en consecuencia, se produce un incremento del gasto sanitario”. Por el contrario, mejorar la adherencia conlleva incrementar la efectividad de los tratamientos.

Esta experta insiste en que para identificar pacientes con posibles problemas de adherencia, lo primero que se propone es tener el dato de adherencia. “En estos casos se generan unas alertas o avisos para poder contactar con el paciente, investigar las causas de la falta de adherencia y en su caso, definir un seguimiento o intervenciones que puedan ayudar a corregir este problema de cumplimiento”, añade.

“En general, el paciente no comunica sus intenciones y el médico asume que sus pacientes son cumplidores“, advierte. Aunque como sucede con los enfermos crónicos, la mitad no cumple el tratamiento prescrito. “Por eso, es clave medir la adherencia e intervenir cuando se detecten problemas”, afirma. Además, como asegura el doctor Poveda, “un paciente informado es un paciente más responsable y más implicado en el cuidado de su salud. Eso supone un menor riesgo de incumplimiento o de cumplimiento inadecuado”.

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