El estudio concluye que la probabilidad de que un estudiante con malas calificaciones siga con sus estudios después de los 16 años es del 56% si proviene de clases aventajadas, frente al 20% si el cabeza de familia es un trabajador no cualificado. Además, advierte de que la desigualdad social aumenta en los alumnos con bajas calificaciones. “El rendimiento escolar no se interpreta de la misma forma por los individuos de distinto origen social, puesto que existe un efecto de compensación por el que los estudiantes de clase alta tienen una probabilidad mayor de alcanzar estudios superiores que los de clase baja, aunque sus notas sean malas”, añadió.
Este estudio advierte de que los malos resultados académicos aumentan las desigualdades sociales, ya que las clases altas encuentran estrategias para compensar los problemas de rendimiento de sus hijos y, cuando estos van mal en la escuela, tienen segundas oportunidades con las que los hijos de los menos favorecidos no cuentan. Las calificaciones de los chicos en la escuela influyen en su probabilidad de abandonar los estudios, pero el efecto es distinto según su origen social: entre los estudiantes con malas notas, los de clase alta tienen más oportunidades de remontar que los hijos de obreros poco cualificados.
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