Desde los años 60 del siglo XX, las tribus urbanas han ido cobrando importancia en la sociedad. Los miembros de subculturas que se han ido dando a lo largo de los años han supuesto una forma de adaptación al medio de aquellos que no encontraban su sitio en el mundo, ya que por diferentes razones se oponían a lo establecido.

A todo el mundo le vienen a la cabeza muchos grupos cuando se mencionan las tribus urbanas. Una de las primeras fue la de los hippies, que surgieron en los años 60 en oposición a la Guerra de Vietnam; aunque en la actualidad no quedan muchos hippies propiamente dichos, no hay que negar la influencia que este movimiento tuvo tanto en los grupos posteriores como en la sociedad en general, ya que su mensaje de paz y el amor a todas las personas por igual han permanecido a lo largo de los años. 

Otras de las tribus tradicionales es la de los punks, surgidos a mediados de la década de los 70; su estética, con sus crestas de colores llamativos, sus tatuajes, el cuero y los adornos de pinchos, hace de este grupo uno de los más claramente identificables a pesar de los años pasados desde su surgimiento. Existen muchas variaciones del movimiento punk, pero todos tienen en común su posición contraria a las reglas establecidas y al sistema en todas sus vertientes (son anticapitalistas, anarquistas, antiimperialistas…). En esta misma década surgieron los heavies, resultado de una extraña mezcla de rock e idearios hippies (son antiautoritarios y antimilitaristas), igualmente reconocibles por sus largas melenas, su ropa de grupos de metal  y el cuero.

Por último, podría decirse que con los góticos se cerraría este repaso rápido por las tribus urbanas clásicas. Amantes de la noche, lo oscuro y lo desconocido, con un gran gusto por el misterio y el terror, muchas veces se ha considerado que estas personas eran depresivas o peligrosas, pero a pesar de su aspecto un tanto siniestro, no difieren demasiado de los amantes de la literatura, el arte y el cine, ya que suelen presentar un gusto bastante exquisito para este tipo de temas.

Surgimiento de otras subculturas

En los últimos años, además, han ido cobrando fuerza otras subculturas que, aunque parezcan nuevas, en realidad tienen un bagaje importante. Ejemplos de esto son los raperos y los hipsters. Los primeros, surgidos de los barrios marginales de Nueva York en la década de los 70, expresan con su música las injusticias que les rodean, y a pesar de que se les suele asociar con bandas de delincuentes (sobre todo por la imagen que ofrecen de ellos las películas y series estadounidenses), no representan, en general,  ningún peligro. En el caso de los segundos, sus protagonistas son jóvenes de clase media entre 20 y 35 años que se consideran independientes, es decir, que evitan participar de aquello que implique entrar en el aro del consumismo comercial; una de las principales peculiaridades de esta tribu es que podría decirse que existen tantos tipos de hipster como adeptos tiene esta subcultura, ya que debido a las ansias de independencia, cada uno se expresa de una forma, buscando su propia autorrealización sin entrar en categorizaciones prefijadas.

Ahora bien, también hay tribus que han surgido con el nuevo siglo. Los frikis forman un grupo variado de personas que no se adaptan a los gustos considerados normales por el resto de la sociedad, y que, además, están orgullosos de ser diferentes. Dentro de esta categoría podemos encontrar, entre otros, a los geek (fascinados por las nuevas tecnologías), los otakus (fanáticos del anime y el manga y, en general, toda la cultura japonesa) y los gamers (personas que dedican gran parte de su tiempo a jugar con diversos videojuegos, lo que en ocasiones les termina causando una adicción); aunque parezca que en realidad estos grupos tienen poco en común, en realidad comparten la dedicación obsesiva a aquello que les gusta.

Los canis y las chonis pertenecen a un mismo grupo de jóvenes cuya máxima preocupación es vivir la fiesta con la mayor intensidad posible, por lo que son asiduos a las discotecas en las que suena hardcore  y a los párquines de estos establecimientos, donde realizan sus botellones y continúan la fiesta una vez han cerrado las discotecas. Su vestimenta es muy llamativa: Ambos sexos emplean colores chillones y chándal, aunque las mujeres también usan minifaldas y grandes escotes; el oro es uno de sus complementos favoritos, al igual que los piercings a un lado del labio; mientras que los chicos suelen llevar el pelo rapado o con crestas, las chicas dejan crecer su cabello para poder hacerse los característicos moños estilo Amy Winehouse; por último, el maquillaje es algo muy importante para las chonis, que marcan sus ojos con perfilador negro y gruesas rayas. 

Debido al éxito que han tenido programas como Mujeres y Hombres y Viceversa  y Gandía Shore (junto a sus versiones internacionales), se puede decir que ha surgido un nuevo grupo de jóvenes que aspiran en participar en este tipo de programas: Los tronistas, denominación derivada del puesto protagonista de MYHYV. Estos jóvenes, al igual que ocurría con los canis y las chonis, no tienen grandes aspiraciones en la vida, y lo único que buscan es su momento de fama junto con lucir un buen físico.

Intromisión en actividades ilegales

Pero además de estos grupos básicamente culturales, también hay otros que se alejan de esta idea de subcultura, adentrándose en los terrenos de las actividades ilegales. Dos de los grupos más famosos son los de extrema-derecha (nacionalistas, racistas y tradicionalistas) y extrema-izquierda (antisistema e igualitaristas puros), que a su vez engloban otras organizaciones, de ideologías totalmente contrapuestas y que en numerosas ocasiones se han enfrentado con violencia. Podría decirse que ambos movimientos, en un principio, surgirían de los skins, los cuales, al contrario de lo que comúnmente se piensa, en un principio eran apolíticos; sin embargo, con el paso del tiempo, fueron surgiendo dentro de este grupo distintas ideologías, y aunque no todos los grupos son extremistas ni violentos, lo cierto es que a los más visibles sí lo son, como ya se ha dicho antes.

Por otra parte, en España se fueron implantando diversas bandas latinas que han sido objeto de la vigilancia policial ante sus actividades delictivas (caso reseñable es el de las maras, que algunos expertos como Pedro Gallego afirman que son más peligrosas que la Camorra). Lo reseñable de estos grupos es que, mientras antes lucían orgullosos sus señas de identidad, ahora, ante la persecución de la policía y la justicia, han conseguido volverse invisibles, lo que dificulta más su erradicación.

 

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