El aumento o disminución de los diferentes tipos de trabajo flexible puede ser atribuido a cambios tanto en las estructuras sociales y económicas locales como en las instituciones y en la legislación. El crecimiento del trabajo flexible aparece principalmente en países donde la participación laboral está incrementándose, mientras que la reducción surge donde la participación laboral es relativamente baja o está estancada.
El punto de inflexión se produjo en 2007, cuando los países del Mediterráneo decrecieron entre un 19 y un 15%, principalmente España, que perdió 1,9 millones de contratos de duración determinada entre 2007 y 2012, sobre todo en lo que se refiere a trabajadores de menor cualificación (-1,1 millones), especialmente pertenecientes a los sectores de la Construcción (0,8) y la Industria Manufacturera (0,3).
Entre las recomendaciones realizadas a España para que mejore la situación del empleo, destacan finalizar la evaluación de las reformas del mercado laboral y presentar modificaciones si fueran necesarias; adoptar el Plan Nacional de Empleo y promulgar una reforma del mercado laboral orientada a resultados; poner en marcha plenamente el portal único de la UE; e implementar y monitorizar la efectividad de las medidas para luchar contra el empleo juvenil a través, por ejemplo, de una Garantía Juvenil.
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