El origen del barrio de los Pizarrales hay que buscarlo en la primera década del siglo XX. Es entonces cuando se comienzan a construir las primeras casas, en pizarra y de ahí el nombre, en lo que era el camino viejo de Villamayor. Como en la historia de casi todos los barrios periféricos de la ciudad, el origen de Pizarrales lo conformaron gentes que llegaban a la ciudad de Salamanca en busca de oportunidades. Asentándose poco a poco en el tiempo, la obra principalmente, la agricultura o el pequeño comercio era la forma de vida de sus habitantes poco o nada integrados en la capital del Tormes. Los primeros años de vida en el barrio fueron difíciles, pues no existía ni el agua en aquellos terrenos. Su desarrollo y crecimiento viene limitado por la falta y escasa implantación de recursos. La escuela o la iglesia vieja, levantadas antes de los años veinte, ayudan a su vida.
 
A día de hoy, este barrio constituido por sus propios vecinos casi nada tiene que ver con el de entonces. Esas viejas casas de pizarra originarias en el camino de Villamayor han dado lugar a edificaciones propias de la expansión de Salamanca y de la construcción moderna gracias a distintas ayudas y obras sociales; o las embarradas calles aleatorias, a ordenadas vías asfaltadas con iluminación. Pizarrales también cuenta con amplitud de servicios para sus habitantes para un bienestar de los mismos no propio de su época de origen y equiparado al de la mayoría de los vecinos de Salamanca. Además, y es necesario remarcarlo, producto de la colaboración y empeño de su gente, pues se suele decir que Pizarrales “es un barrio hecho a sí mismo”. Y un barrio que conserva muy decentemente su identidad que sobre todo se encarna en la unión de sus vecinos aunque, claro está, no como antes. Patente en ese sentimiento de pertenencia a Pizarrales. Aunque junto a la capital, sigue siendo un barrio periférico y de gente humilde.
 
“Mucho ha cambiado el barrio desde que llegué aquí a Pizarrales siendo ya un mozo. Hoy se vive muy pero que muy bien”, comenta José Andrés, jubilado de la construcción, haciendo referencia a las modificaciones estructurales y sociales. “Si lo vemos con los ojos de ahora, antes daba pena caminar por las calles”. “En tiempos se conocía toda la gente. Más que un barrio era pueblo”, añade. José Andrés lleva toda su vida dedicada a la obra. En este sentido afirma “que Pizarrales era y es un barrio obrero, de trabajadores. Aquí hay más pobres que ricos. Pero gente humilde que se gana el pan con el sudor de su frente o por lo menos por lo que yo conozco. Ahora, con la crisis, no se construye y estamos jodidos como muchas otras crisis que hemos pasado”. No obstante reconoce que, al igual que sucede en otros barrios y en otras zonas, “no es oro todo lo que reluce”. Aquí tenemos un problema. Un problema que no podemos hacer nada con él. Somos un barrio periférico donde viene mucha gente de fuera. Se puede decir que hay un poco de delincuencia y que se mueve algo de droga. Pero creo se han exagerado demasiado los problemas del barrio. Pesa más lo bueno de Pizarrales que lo malo y con el paso del tiempo ha quedado atrás”, concluye.
 
 

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