La lucha de las autoridades sanitarias contra el tabaco se extiende al cigarrillo electrónico. La Consejería de Sanidad ha manifestado en el Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León su preocupación por el uso de estos dispositivos como sistema para dejar de fumar y ha informado sobre las recomendaciones para evitar su utilización en determinadas dependencias públicas. A la espera de que el Parlamento, la Comisión y el Consejo de la Unión Europea avancen en la regulación de estos productos, los responsables de Sanidad han acordado una postura común para limitar el consumo de cigarrillos electrónicos hasta que no se conozcan los efectos para la salud, priorizando la protección a los menores, para los que ya se encuentra prohibida la publicidad y el consumo.

Así, tras el acuerdo del pasado 18 de diciembre en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud sobre elevar una posición común a todos los grupos del Congreso para restringir la utilización del cigarrillo electrónico, la Junta tiene en consideración varias recomendaciones. La primera de ellas, que los profesionales sanitarios no promuevan el uso del cigarrillo electrónico como método de prevención del tabaquismo o para dejar de fumar. En segundo lugar, que se prohíba, mediante normas de régimen interno, su uso en todos los centros, servicios y establecimientos sanitarios. Y por último, que se prohíba también en los espacios de uso común de los centros escolares y de los de carácter social, así como en espacios donde se realice atención al ciudadano en las dependencias de la administración autonómica.

Esta decisión se debe a que "no se ha demostrado que el consumo de cigarrillos electrónicos sea seguro, y puede producir incluso efectos adversos en la salud a corto plazo". Además, "se considera que su utilización en espacios públicos podría producir un efecto llamada en determinados colectivos especialmente influenciables", argumenta la Consejería de Sanidad.

Los cigarrillos electrónicos son dispositivos que no contienen tabaco y que, mediante un sistema electrónico, vaporizan una mezcla compuesta habitualmente por nicotina, propilengicol y otros productos químicos. Tanto la Organización Mundial de la Salud como el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo han elaborado informes desaconsejando su consumo. Para Sanidad, "tanto su presentación, idéntica a la de los cigarrillos tradicionales, como la utilización de estos dispositivos, manteniendo el gesto de fumar, pueden incidir negativamente en la deshabituación tabáquica, y la normalización de su uso en espacios públicos puede suponer una influencia negativa en niños y jóvenes y comprometer así los avances realizados en esta materia en los últimos años".

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