Hace casi diez años el euro sustituyó a la peseta en España. Ambas monedas convivieron durante los primeros tres meses de 2002 para después dejar paso a una sola. Pero la peseta no ha desaparecido: aún quedan 1.708 millones de euros en pesetas, entre billetes y monedas, sin cambiar. A pesar de lo que pueda parecer, no es una gran cantidad de dinero, si atendemos a las cifras de emisión.

Sólo el pasado mes de octubre, el Banco de España puso en circulación 3.691 millones de euros en monedas y distribuyó 68.346 millones en billetes, según el boletín estadístico de la entidad. La emisión de monedas es competencia de cada país, no así la de los billetes, que se realiza tanto por parte del Banco Central Europeo como de los bancos centrales nacionales de los países miembros, que los ponen en circulación.

Cuando se produjo el cambio de moneda en nuestro país, hace una década, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda fabricó 7.055 millones de monedas en euros con lacara nacional española. Una década después, a mediados de 2011, según el BCE, había en circulación en los 17 Estados miembros un total de 22.800 millones de euros en monedas y 847.000 millones en billetes.

Un canje ingente y rápido

El valor en euros de las pesetas, por tanto, es, a día de hoy, casi residual. El canje de moneda durante las primeras semanas de 2002 fue ingente y bastante rápido: a 28 de febrero de ese año, los españoles habían entregado ya monedas y billetes en pesetas por valor de 42.047 millones de euros, lo que suponía el 86 % del dinero en circulación al finales de 2001. La gente se deshizo de un 89% de los billetes y de un 32% de las monedas.

De hecho, poca gente tiene en su casa hoy billetes en pesetas y sí bastantes monedas, en huchas, bolsillos, cajones o rincones olvidados. Muchos de los turistas que visitaron España antes de 2002 también se quedaron con algunas, así como los coleccionistas. Y todo ese dinero se sigue cambiando, ya que en España no existe límite de tiempo fijado para hacerlo -sí de espacio, solo se puede hacer en el BE y sus sucursales-. En Italia, por ejemplo, no se pueden cambiar liras desde hace tres semanas.

En octubre, según el Banco de España, se canjearon dos millones de euros en pesetas. Es, más o menos, lo normal. El goteo es regular y constante desde hace años y, a pesar de que se especuló con que las pesetas aflorarían durante la crisis, no ha sido así. Hay que tener en cuenta que, además, el índice de pérdida de monedas, que es lo que más conserva el ciudadano de a pie, es muy alto. Las tenemos, pero no sabemos dónde.

Tanto es así, que el Banco de España estima que el 45% de las monedas en pesetas que estaban en circulación antes de la entrada del euro nunca serán retornadas. En lo que va de año, entre monedas y billetes, los españoles ya han cambiado 14 millones de euros (cantidad equivalente a 2.329 millones de pesetas). Casi siempre lo hacen en cantidades pequeñas o moderadas, sin grandes sumas de por medio.

Reciclaje de las monedas

Otra de las especulaciones sobre la peseta es que mucho dinero que todavía no han sido canjeado podría ser irregular. Lo cierto es que el dinero no declarado del ejercicio 2002, cuando se introdujo el euro, vio prescrita legalmente con los años su condición de fraudulento. Asimismo, la Agencia Tributaria controla cualquier disposición, pago o cobro superior a 3.000 euros.

Se intentó combatir el fraude desde el principio. Durante los primeros meses de retirada de los billetes en pesetas, en 2002, se utilizó un sistema voluntario de marcado después de que fueran recogidos por las entidades bancarias: les hicieron un corte -de medidas concretas- en una esquina para que no pudieran reutilizarse, por ejemplo, tras un posible robo. Los billetes devueltos entonces y ahora se destruyen y se desechan, como se hace con los "no aptos".

Como no se pueden reciclar, debido a la tinta que se emplea para fabricarlos, los billetes se prensan y se llevan a un vertedero. Las monedas, en cambio, se funden y se utilizan para varias cosas. Por ejemplo, las de una peseta sirven para fabricar barriles de cerveza; las de 10, 50 y 200, para tuberías de refrigeración; y las de 5, 25, 100 y 500, se usan para fabricar hélices de barcos, según el Banco de España.

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