A comienzos de 2012, el instituto médico Howard Hughes de Estados Unidos eligió a los 28 científicos del área biomédica con más talento del mundo en la primera edición del premio International Early Career Scientists. Óscar Fernández-Capetillo, científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), fue uno de los cuatro españoles que entraron en esta privilegiada lista. Gracias a esta distinción dispone de 650.000 dólares para invertir a lo largo de cinco años en una investigación puntera, es decir, para hacer ciencia en la frontera del conocimiento.
 
Óscar Fernández-Capetillo ha explicado hoy en el Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca su trabajo en torno al daño en el ADN, asunto muy relacionado con el cáncer y el envejecimiento El instituto Howard Hughes le ha incluido en su red de investigadores a través del premio porque su experiencia en este campo es prometedora. “Es una organización que tiene mucha solera en Estados Unidos y es un reconocimiento muy diferente a los que se realizan en Europa”, afirma el experto en declaraciones a DiCYT (www.dicyt.com).
 
“Aquí se suele premiar un proyecto y eso es mucho más encorsetado, porque tienes que decir qué vas a hacer y cómo lo vas a hacer. Realmente, yo nunca lo he entendido, porque si vas a hacer ciencia de frontera, no sabes lo que va a descubrir. Si se trata de algo interesante, no sé qué será y, si ya lo sé, significa que no es interesante”, asegura.
 
En ese sentido, el modelo de este instituto médico estadounidense es diferente, porque “tratan de identificar personas que ellos consideran que tienen talento por cualquier razón y les dan un cheque en blanco. Les dicen: aquí tienes el dinero y confío en ti, dentro de cinco años vengo y, si lo has hecho bien, te seguiremos ayudando”. En opinión del científico del CNIO, “es una forma mucho más plástica, porque es como funciona la investigación”.
 
Por eso, cuando le preguntan a Óscar Fernández-Capetillo por los posibles resultados de su trabajo, la respuesta es tajante: “No lo sé”. Sin embargo, dentro del estudio del daño en ADN, “tenemos líneas de trabajo que tiene que ver con llevar estos descubrimientos a la clínica”, explica. Sin embargo, “no soy un experto, tengo esperanzas de que en estos cinco años nos acerquemos al menos al mundo preclínico, para trasladar nuestras ideas más cerca de los pacientes, pero en el fondo soy un biólogo muy básico y seguramente mi cabeza esté más en tratar de descubrir propiedades fundamentales de cómo funcionan las células con la esperanza de que ese conocimiento luego se pueda trasladar”.
 
Cáncer y envejecimiento
 
Hasta ahora, toda su carrera se ha centrado en tratar de entender “cómo el daño en el ADN influye en cómo envejecemos y en por qué tenemos tumores”. Lo científicos ya saben que “los tumores conviven con cantidades muy altas de daño en su ADN”. Por eso, el equipo de Óscar Fernández-Capetillo quiere utilizar esto “como si fuera gasolina para explotar esa propiedad y matar selectivamente las células tumorales”. Es decir, el reto es hallar un fármaco que identifique las células que presentan mayores daños en su ADN para eliminarlas.
 
Por otra parte, en el aspecto del envejecimiento, “tratamos de entender un daño en el ADN muy particular, el daño que generan las células cuando se duplican”, comenta. En el fondo, se trata de “biología muy básica”, que tiene como objetivo “entender cómo envejecen las células y los seres humanos”.
 
Por el momento, Óscar Fernández-Capetillo no tiene ningún proyecto en común con el CIC de Salamanca, pero la visita de hoy le ha servido para presentar su línea de investigación a los expertos del centro y para reunirse con investigadores interesados en su trabajo, de manera que establecen así lazos con uno de los investigadores biomédicos más destacados de la actualidad, no sólo en España, sino en todo el mundo.

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