Un equipo del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl) investiga desde hace tiempo la comunicación que se establece entre los astrocitos, células del sistema nervioso central que tienen un papel mucho más importante del que tradicionalmente se había pensado. De hecho, las alteraciones en la comunicación de estas células de la glía están presentes en muchas patologías del sistema nervioso. A partir de esta línea de investigación, los científicos están identificando mecanismos moleculares que pueden servir como dianas terapéuticas que permitan reducir la velocidad de proliferación de los gliomas, los tumores cerebrales más frecuentes, que surgen, precisamente, a partir de las células gliales.
 
“Los astrocitos tienen una función fundamental en el sistema nervioso, antes se pensaba que eran sólo una células de soporte, pero hoy sabemos que tienen un papel importante y que casi todas sus patologías vienen acompañadas por alteraciones en estas células”, ha explicado a DiCYT (www.dicyt.com) Arantxa Tabernero, investigadora del Incyl que ha ofrecido hoy un seminario de investigación sobre este tema en las instalaciones del centro.
 
Una de las características de estas células es que están muy comunicadas entre sí a través de canales que permiten compartir determinadas moléculas de sus citoplasmas. “En muchas patologías como el alzhéimer, el párkinson o los procesos isquémicos se observan alteraciones en esta comunicación”, comenta la investigadora.
 
En el caso de los gliomas, tumores que se derivan de la glía, las células no están comunicadas entre sí, al contrario que los astrocitos sanos. Por eso, “si hacemos que expresen la proteína que les permite formar los canales de comunicación, empiezan a reducir su velocidad de proliferación y a alterar la expresión de sus moléculas, y se parecen mucho más a células sanas”, indica la investigadora.
 
Su grupo de investigación quiere averiguar porqué esta proteína que forma el canal de comunicación, denominada conexina 43, consigue modificar el fenotipo de estas células tumorales. “Estamos buscando la vía de señalización y hemos descrito algunos participantes, como el oncogen SRC, que es muy activo. Cuando restauramos la expresión de la proteína que forma los canales de comunicación, vemos que baja la actividad de este oncogen”, comenta, lo que conduce a una menor proliferación de las células tumorales.
 
Profundizando más en esta cuestión, “hemos estudiado qué parte de la proteína es responsable de esta modulación del oncogén y hemos visto que son dos tiroxinas que están en el lado citoplasmático de la proteína y que son las responsables de interactuar con SRC”. Es decir, “hacen que SRC se pegue a ellas y esto inactiva al oncogen”, indica.
 
Comunicación
 
Aparte del caso concreto de los gliomas, “en general, tratamos de definir cuál es el papel que lleva a cabo esta proteína que forma la comunicación entre astrocitos y por qué se altera esta comunicación en las situaciones patológicas”. La idea es que aumentar o disminuir la comunicación puede mejorar o perjudicar el desarrollo de una patología concreta.
 
Este trabajo se lleva a cabo con cultivos de astrocitos procedentes de cerebros de rata, aunque también con líneas celulares procedentes de gliomas de rata o humanos, porque las células procedentes de tumores crecen indefinidamente y se pueden mantener en cultivo con facilidad y sus moléculas se pueden manipular de forma sencilla. Además, utilizan modelos de animales de lesiones cerebrales en colaboración con un laboratorio francés.
 
Otra de las patologías en las que han centrado su trabajo son las lesiones neuronales debidas a un proceso patológico denominado excitotoxicidad, en el que también “observamos que disminuye la comunicación entre células gliales”. En este modelo de lesiones, los científicos han estudiado el mecanismo molecular que se desencadena por la pérdida de comunicación entre estas células. “Nuestro objetivo final es saber si controlando estas alteraciones en la comunicación de alguna forma la lesión neuronal es más reducida”, explica Tabernero.
 
Importantes revistas científicas han recogido recientemente estos aspectos de las investigaciones del Laboratorio 15 del Incyl, en el que trabaja Arantxa Tabernero, por ejemplo, Glia y Oncogene y próximamente aparecerá una publicación en la prestigiosa Plos One.

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