En líneas generales, según el Departamento de Movilidad Internacional del Grupo Adecco, las personas que se sienten más atraídas por la idea de trabajar en el extranjero responden a un perfil claro: fundamentalmente jóvenes, cuyas prioridades laborales son la responsabilidad de su puesto, la autonomía profesional y la perspectiva de hacer carrera en la compañía en cuestión. 
 
Además, cuando nos centramos en la población femenina en exclusiva, ellas también valoran un buen ambiente laboral y flexibilidad de horarios, este último es un dato muy clarificador teniendo en cuenta que las políticas de conciliación familiar en gran parte de Europa tienen mayor peso que en España. En cualquier caso, e independientemente de sus motivaciones personales, tanto hombres como mujeres coinciden en que se trata de una oportunidad idónea para aprender un idioma o vivir una experiencia diferente en otro país.
 
Ligeramente varía el perfil de los profesionales que emigran hacia destinos de Latinoamérica, mientras que siguen siendo personas sin cargas familiares, profesionalmente hablando son expatriados de grandes empresas, profesionales por cuenta propia o trabajadores de empresas medianas que deciden internacionalizar su actividad para ampliar negocio.
 
En lo que a la edad se refiere, los datos perfilan a jóvenes cuya edad oscila entre los 25 y los 35 años y que aún no poseen responsabilidades familiares. Generalmente cuentan con una formación altamente cualificada, que responde a lo que los sociólogos denominan “emigración selectiva” o “fuga de cerebros”. Estos términos se emplean para aludir a la movilidad de perfiles de alta cualificación que encuentran mejores oportunidades laborales fuera de España y que principalmente proceden del área de las ciencias y la ingeniería, especialmente informáticos, arquitectos o ingenieros superiores.
 
Los sectores más demandados para trabajar en el extranjero también han sido alterados como consecuencia de la coyuntura económica. Previamente a la crisis los puestos de trabajo que más cubrían los españoles en el extranjero estaban relacionados con la investigación, la medicina y la biología. En la actualidad, esta lista se ha ampliado considerablemente e incluye a los perfiles previamente comentados (ingenieros, arquitectos e informáticos), que han perdido su empleo, llevan tiempo sin encontrar una nueva ocupación o consideran que su trabajo será más valorado fuera de España.
 
Ante esta situación, se plantea una cuestión fundamental, ¿es positiva esta llamada fuga de cerebros?, ¿qué consecuencias puede tener en nuestro mercado laboral? A corto plazo, puede considerarse un peligro para el propio desarrollo del mercado laboral español este éxodo, ya que puede perder el potencial de algunos profesionales que pueden aportar conocimiento, entusiasmo y experiencia a nuestra economía.
 
No obstante, y desde un prisma más positivo, estas personas que optan por una oportunidad laboral en el extranjero volverán a España acompañados de una mayor madurez profesional. Sin duda, traerán entre el equipaje el know how de culturas empresariales diferentes, la experiencia de economías más experimentadas y una visión más amplia y abierta de su profesión.

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