Hay calles cuyo nombre, con sólo pronunciarse, evoca rápidamente un conjunto de imágenes asociadas indisolublemente con un lugar en concreto. Así ocurre con la calle Libreros, una de las vías más conocidas en Salamanca al albergar el edificio histórico de la Universidad. Pero esta monumental vía guarda entre sus muros un relato más antiguo que la fachada plateresca de la casi ocho veces centenaria institución académica.
 
En sus inicios, el Estudio General se ubicaba en torno al claustro de la Catedral Vieja. La calle Libreros era entonces la Rúa Nueva, que unía dos templos, San Isidro y San Millán. Incluso albergaba una especie de hostal para judíos enfermos, pobres o peregrinos. Era una vía que no fue empedrada hasta el siglo XVI, un barrizal en invierno, una polvareda en verano.
 
Este aspecto lúgubre era ideal para que los estudiantes dirimieran sus disputas a golpe de espada. Un lugar donde cada día se llevaba a cabo al menos un duelo. De ahí que se conociera popularmente como ‘la calle de los desafiados’. Así permaneció hasta que la ampliación de la Universidad propició la construcción de un recinto propio. Como consecuencia, la calle se llenó de bibliotecas y librerías, de ahí la actual denominación de Libreros, donde ahora los estudiantes dirimen sus duelos contra el conocimiento.

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