La Mariseca, símbolo compuesto por la bandera española y la silueta negra de un toro, se colocará mañana, 25 de julio, a las 20,00 horas, en la espadaña de la Casa Consistorial, para anunciar la celebración de las Ferias y Fiestas de septiembre. En este lugar permanecerá hasta el 15 de septiembre.

 

Los encargados de subir la Mariseca a la espadaña serán los Bomberos Municipales en un acto que estará amenizado por la Banda Municipal de Música. Además, se lanzarán nueve cohetes, uno por cada día de las Ferias y Fiestas en honor a Santa María de la Vega, Patrona de Salamanca y su Tierra.

 

El Ayuntamiento recuperó hace unos años la tradición de colocarla coincidiendo con la Festividad de Santiago, el 25 de julio. Una tradición que se remonta, según algunos historiadores, al siglo XV, antes incluso de la construcción de la Plaza Mayor. En sus inicios, se colocaba en el Rollo que había en la Plaza de San Martín.

Tras la construcción de la Plaza (1755) y hasta mediados del siglo XIX, se izaba en el frontón del Pabellón Real, “se izaba en el ático o frontón del Pabellón Real de San Fernando, en la fachada que mira al ocaso de la Plaza Mayor, que es la primeramente construida de las cuatro que la integran; notable pabellón profusamente ornamentado, sobre un elevado y airoso arco, destacándose en él el busto de San Fernando, entre dos escudos de Salamanca finamente esculpidos al estilo churrigueresco, rematando la traza una graciosa espadaña, en la que campea el escudo de España notablemente trabajado y en el remate de aquella se colocaba La Mariseca”.

 

Desde mediados del siglo XIX (1840) hasta nuestros días, el lugar elegido para su ubicación es la espadaña del Ayuntamiento.

 

Antiguamente, con la colocación de La Mariseca se anunciaban todos los festejos taurinos que se celebraban en la ciudad de Salamanca a lo largo del año. Desde las habituales corridas de toros en San Juan de Sahagún, en la Festividad de Santiago o en la Virgen de agosto, hasta las circunstanciales por nacimientos de reyes y príncipes o canonizaciones de santos, que también se celebraban con espectáculos taurinos.

 

La revista “Salamanca y sus costumbres”, publicada en 1928, describe esta tradición del día de la Festividad de Santiago con “el toque suelto del reloj municipal, el disparo de estruendosos cohetes, la banda de música que alegra con un pasodoble torero el acto, varios hombres que encaramados en la torrecilla del pararrayos de la casa Ayuntamiento, sujetan fuertemente con una maroma la susodicha bandera española, que en lugar de lanza ostenta, como remate, un toro morucho con las fechas en que se han de celebrar las corridas”. 
 
LA MARISECA

 

Revista “Salamanca y sus costumbres”, 1928
 
Entre las pintorescas costumbres salmantinas que tanto cultivaban nuestros antepasados y tan celosos de conservar eran, ha llegado hasta nosotros esta de colocar la Mariseca como anuncio de las ferias de Septiembre. El día 25 de julio, a las doce de la mañana, entre disparos de bombas reales y a toque suelto del reloj de la Casa Consistorial, enárbolase en la torrecilla o remate de la fachada de ésta, una bandera de los colores nacionales en el ápice de cuyo astil, hay un toro pintado de negro, sobre el que aparecen en números blancos las fechas en que han de celebrarse las corridas de toros. Aunque en la actualidad se ha aminorado el rumbo castizo con que se celebraba no hace muchos años la colocación de La Mariseca, aún conserva cierta alegre singularidad que la distingue de otras festividades; el toque suelto del reloj municipal, el disparo de estruendosos cohetes, la banda de música que alegra con un pasodoble torero el acto, varios hombres que encaramados en la torrecilla del pararrayos de la casa Ayuntamiento, sujetan fuertemente con una maroma la susodicha bandera española, que en lugar de lanza ostenta, como remate, un toro morucho con las fechas en que se han de celebrar las corridas, el reparto de programas detallado de éstas, tarea difícil para los repartidores, por la bullanguera aglomeración multitudinaria que les arrebata de las manos los prospectos, agobiándolos y estrujándolos más que si repartieran billetes de mil pesetas y, sobre todas estas circunstancias, una especie de aroma ferial, algo así como un anticipo de los festejos septembrinos, el vermout de las fiestas más típicamente salmantinas, las ferias de septiembre.

 

Han sido inútiles cuantas investigaciones hemos hecho para averiguar el origen de esta añeja costumbre; desde la pregunta verbal a viejos salmantinos hasta la consulta libresca. Nada concreto nos ha sido revelado sobre el nacimiento de esta Sra. Mariseca que, por todos los indicios, parece por su arraigo popular hija del pueblo. Esta Mariseca, actualmente sólo anunciadora de las corridas de toros de septiembre, lo era antiguamente de todas las corridas que se celebraban durante el año, en este asombroso patio veneciano que es la Plaza Mayor, desde las acostumbradas de San Juan, Santiago Evangelista y la Virgen de Agosto, hasta las circunstanciales de colación de grados de Doctor, que se amenizaban también corriendo toros, como así mismo, en el santo y nacimientos de Reyes y Príncipes, canonización de Santos, etc, en que el pueblo congregado y alegre pedía toros para solazarse con este espectáculo constitutivo del mayor regocijo y deleite en población de tan tradicional abolengo taurino como Salamanca; cosa nada extraña, pues que componiendo en su mayoría la población el elemento estudiantil, siempre joven, bullanguero y jovial, necesitaba estos viriles espectáculos, tan contagiosos siempre, para consumir las reservas vitales de la sangre moza.

 

Esta famosa Mariseca no siempre fue colocada en la Casa Consistorial, pues con anterioridad a la construcción de la Plaza Mayor lo era en el Rollo que existía en la Plaza de San Martín. Por cierto que el año 1669 se derribó con tan mala fortuna que, acertando a pasar en aquel instante un hombre cuyo nombre no nos ha sido transmitido, le cayó encima, dándole tan tremendo golpe que le quitó la vida. Después y hasta mediados del siglo pasado, se izaba en el ático o frontón del Pabellón Real de San Fernando, en la fachada que mira al ocaso de la Plaza Mayor, que es la primeramente construida de las cuatro que la integran; notable pabellón profusamente ornamentado, sobre un elevado y airoso arco, destacándose en él el busto de San Fernando, entre dos escudos de Salamanca finamente esculpidos al estilo churrigueresco, rematando la traza una graciosa espadaña, en la que campea el escudo de España notablemente trabajado y en el remate de aquella se colocaba La Mariseca.

 

Tampoco fue su forma la actual, pues según D. Manuel Villar y Macías, en su Historia de Salamanca, “consistía en un bastidor cuadrilongo, sobre el que se extendía una tela roja y en ella, al pie de la imagen de un negro toro, se trazaban gruesas cifras de guarismos, con que se anunciaban los días de las funciones; pero desde 1840, cuando se estrenó la plaza de San Francisco, se mudó en un toro de hoja de lata, sobre el que se marcan en números blancos, los días de las corridas; una bandera flota sobre el toro que gira a manera de veleta, pero invertidos ya los objetos, el toro se alza sobre la bandera. Antiguamente, como se celebraban las funciones con más frecuencia, La Mariseca se izaba las vísperas que les correspondían, estando encargado de su colocación el que tenía a su cuidado las medidas del Ayuntamiento; que por el trabajo de ponerla y pintarla se le daba un toro de los que eran muertos en las corridas, según dispuso el Municipio el 13 de agosto de 1455”.

 

Este estandarte era acogido con frenético regocijo y saludado con cariño por todos los salmantinos que veían en él el heraldo de fiestas y toros.
Tiene, en cambio, La Mariseca en su capítulo de cargos, el gravísimo de haber ocasionado dos homicidios por imprudencia temeraria: uno, el del Rollo de San Martín, anteriormente citado, y el otro, el día 25 de agosto de 1806, en que se colocaron en la Casa de la ciudad los bustos de los Reyes Carlos IV y María Luisa, y en la enjuta de los arcos próximos a la calle de del Prior otro busto de D. Manuel Godoy, éste picado durante la Guerra de la Independencia, cantándose un Te Deum con iluminaciones, campanas, colgaduras y una corrida de veinte vacas sueltas y (1) “para dar más realce a la función se acordó poner en la parte superior del pabellón de San Fernando, una bandera pintando en ella banderillas, espadas, cuernos y otros trofeos propios de tales funciones, y efectivamente, subió a colocarla un albañil del barrio de San Román, llamado de mote “Mariseca”, y cuando la había colocado a son de reloj de San Martín, tratando de asegurarla más cayó a la Plaza y quedó muerto en el acto. Aquel triste recuerdo dio nombre a la bandera que todavía se pone para anunciar las corridas de toros”.

 

No es verosímil que este lamentable suceso diera el nombre de Mariseca a la susodicha bandera, tomándolo del albañil que la tenía a su cuidado cuando se mató al colocarla, pues según afirma D. Manuel Villar y Macías, se la conocía ya con el mismo nombre en el siglo XV.

 

En resumen, esta simbólica bandera que ondea bizarramente en la espadaña de la Casa Consistorial, desde el 25 de julio al 21 de septiembre, día de San Mateo, en que finalizan los festejos de las ferias septembrinas, es una de las escasas notas típicas que nos van quedando en esta hora inconscientemente extranjeriza que va borrando una a una las características de nuestra fisonomía regional, tan singular y racial antaño, para encadenarnos a fiestas y costumbres exóticas, sin raigambre castiza ni sabor histórico ni local. Y es que, acaso, todavía no hemos adquirido la consciencia de nuestra personalidad; pues, de lo contrario, conservaríamos mimosa y apasionadamente estas pintorescas costumbres heredadas de nuestros antepasados, así como conservamos la modesta alhaja que usó nuestra abuelita, y que hoy tiene todo el encanto de una evocación enternecedora de aquella viejecita que tanto nos amó y fue dos veces nuestra madre.
 
Juan del Huerto

(1) Historia de Salamanca por Don Bernardo Dorado (1861)

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