La evolución de la pobreza ha sido diferente en función del sexo, del grupo de edad, de la nacionalidad, de la relación con la actividad y del nivel de formación.  En primer lugar, la población masculina ha sufrido con mayor intensidad las consecuencias de la crisis. Así, si en los años anteriores, la tasa de pobreza femenina se mantenía entre dos y tres puntos porcentuales por encima de la masculina, a partir del año 2009 (cifras calculadas con la nueva metodología, expresada en el gráfico por la ruptura de las series), estas diferencias se redujeron rápidamente hasta igualarse a cero en el año 2012 y acabar el año 2013 con una tasa de pobreza masculina superior en un punto porcentual a la de las mujeres. 

La razón está en la creciente evolución de la tasa de pobreza masculina durante el período y el mantenimiento y pronunciado descenso posterior de la tasa de pobreza femenina en cuyo origen están, como ya se ha dicho, la creciente salida de las personas mayores (en su mayoría mujeres) de la situación de pobreza y la convergencia del desempleo masculino y femenino ocurrida desde mediados de 2008. 

En segundo lugar, la evolución de la pobreza por edades en estos cuatro años de crisis ha sido muy diferente en función del grupo que se analice. Por una parte, los menores de 16 años a pesar de que han reducido su tasa de pobreza en 2,2 puntos porcentuales, siguen estando más de seis puntos porcentuales por encima de la tasa del conjunto de la población.  

Sin embargo, cuando se habla de pobreza en menores, debe recordarse la definición del indicador, que agrupa a "personas que viven en hogares con una renta inferior al 60% de la mediana de la renta nacional equivalente?. Esto es, se contabiliza a los menores que residen en hogares pobres y lo que se toma en cuenta es la capacidad familiar y no la que puedan tener los menores de forma individual. 

El importante hecho de que las tasas de pobreza infantil (sucede lo mismo en el caso de la Privación Material Severa) sean más altas que las de los adultos responde a la mucha mayor vulnerabilidad de los hogares monoparentales. Por otra parte, ?no hay niños ricos en familias pobres?, por lo que sería suficiente con proveer datos para evaluar la pobreza de las familias, sin embargo, los datos sobre menores deben destacarse específicamente porque la pobreza y privación les afecta de manera especial y, por tanto, requieren medidas específicas de apoyo.

 

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