El paciente anticoagulado es aquel que recibe un tratamiento que evita la formación de trombos dentro de los vasos sanguíneos y la aparición de embolias. Las características de este paciente hacen que sea necesario un abordaje multidisciplinar. Además del propio médico y del profesional de enfermería, el farmacéutico desarrolla un papel fundamental, especialmente si se considera que el 87 por ciento de éstos pacientes son pluripatológicos y están polimedicados. Éste es un dato que se desprende al analizar las conclusiones del Estudio del Perfil Sociosanitario del Paciente Anticoagulado en España, elaborado por la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN) con el apoyo de Pfizer y Bristol-Myers Squibb, y que se presenta mañana en Castilla y León, en la sede de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid.

El farmacéutico y profesor de Farmacología en la Universidad Miguel de Cervantes de Valladolid, Carlos Treceño, asegura que el papel del farmacéutico“es relevante en la toma de decisiones sobre la prescripción de medicamentos que no requieren receta médica, pero que tienen importantes interacciones con los anticoagulantes que ese paciente está tomando”. El paciente anticoagulado, explica Treceño, es “complejo", porque suele padecer otras enfermedades como cardiopatías, hipertensión o diabetes tipo 2, “y por tanto, está polimedicado y hay que estar muy atento a las numerosas interacciones con otros fármacos y alimentos; es el caso, por ejemplo, de los antiinflamatorios, antipiréticos, o medicamentos antigripales, donde el paciente no pasa por el filtro del médico para adquirirlos, y es el farmacéutico quien decide proporcionárselo o negárselo en caso de que sea necesario”.

Carlos Treceño considera también responsabilidad del farmacéutico llevar un control de la adherencia al tratamiento, a través de sistemas personalizados de dosificación (SPD) en formato de blísters que facilitan al paciente el seguimiento de la pauta terapéutica y, con ello, intentan minimizar el riesgo de cometer errores por parte del paciente. En este sentido, Treceño precisa que en breve se va a poner en marcha una investigación para determinar de una forma más consistente el grado de eficacia y utilidad de estos SPD elaborados en la farmacia comunitaria.

Así, y atendiendo a estas circunstancias, el experto concluye que “parece razonable que en el abordaje del paciente anticoagulado intervenga un equipo para que el seguimiento sea exhaustivo”, como se viene haciendo desde hace dos años con el Programa de Atención al Paciente Polimedicado en la comunidad de Castilla y León.

30.000 pacientes anticoagulados en Castilla y León

 
Actualmente, en la comunidad castellano y leonesa se estima que hay unos 30.000 pacientes anticoagulados, según datos aportados por Carlos Treceño a partir de la cantidad de medicamentos dispensados; una cifra que se ha triplicado en los últimos quince años, debido al progresivo envejecimiento de la población y a un diagnóstico y tratamiento más adecuado, y que es probable que siga incrementándose en el futuro. En la región, según precisa Treceño, más de la mitad de estos pacientes padecen fibrilación auricular, y menos del 10 por ciento recibe los nuevos medicamentos anticoagulantes orales.

Según el estudio, el 55 por ciento de las personas en tratamiento con anticoagulantes en España padece fibrilación auricular; el 23 por ciento tiene prótesis valvular o valvulopatía, y el 16 por ciento ha sufrido una embolia pulmonar o trombosis venosa. Una de las principales conclusiones del estudio Perfil Sociosanitario del Paciente Anticoagulado en España es que el 40 por ciento de los pacientes anticoagulados españoles teme sufrir una hemorragia o un ictus y uno de cada tres tiene pensamientos negativos sobre su futuro.

Percepciones sobre el tratamiento

El estudio, basado en 388 encuestas a pacientes, recoge además sus percepciones sobre el tratamiento que siguen, su calidad de vida y sus necesidades actuales. El control del nivel de la coagulación ocupa un lugar primordial en la vida de estos enfermos, más difícil de conseguir cuanta más edad tienen. La mayoría de los pacientes (90 por ciento) acude al centro de salud para someterse a controles periódicos de coagulación, y el 12 por ciento manifiesta tener algún tipo de dificultad para realizarlos, bien porque tienen que desplazarse lejos de su domicilio (5 por ciento) o porque tienen que hacer más de una visita para tener el control completo (3’4 por ciento).

A pesar de todo, el 96 por ciento, de los anticoagulados se siente bien atendido por los servicios sociosanitarios, aunque el 35 por ciento expresa que le gustaría tener más información sobre su tratamiento. Según se desprende del estudio, uno de cada tres anticoagulados querría participar más en las decisiones sobre su tratamiento y autogestionar su salud. Para Luciano Arochena, presidente de FEASAN, “este es un dato importante en el que todos los implicados debemos trabajar coordinadamente. Un paciente anticoagulado informado es un paciente capacitado para cuidar de su salud”. Así, y considerando el papel fundamental que desarrollan las asociaciones de pacientes en la información y educación del paciente anticoagulado, Arochena anuncia la inminente presentación de la que será la primera asociación de pacientes anticoagulados y cardiovasculares de toda Castilla y León. Añade, “implicar al paciente y educarle en su salud es una iniciativa coste-eficiente para el sistema de salud”.

En cuanto a su calidad de vida, el 45 por ciento de los encuestados declara que la enfermedad que provocó la indicación del tratamiento anticoagulante la ha empeorado: el 70 por ciento se cansa al caminar rápido, el 37 por ciento declara que tiene dificultad para realizar cosas y el 20 por ciento ha visto afectadas sus relaciones sexuales.

 

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