“La Misión va a ser un momento para redescubrir más profundamente mi vida sacerdotal”

 “La Misión va a ser un momento para redescubrir más profundamente mi vida sacerdotal”
“La Misión va a ser un momento para redescubrir más profundamente mi vida sacerdotal”
-¿Cómo surge esa vocación misionera?
- Creo que nunca hay una única razón. En mi caso quiero señalar dos elementos: una amiga y su diario y un encuentro. Una persona: una amiga y su diario. Tengo una amiga que ha hecho diferentes experiencias como voluntaria/cooperante/misionera en diferentes países del Sur. Durante una temporada estuvo en Nicaragua y mandaba cada cierto tiempo un diario donde compartía con algunos de nosotros sus experiencias más íntimas. La lectura de éstas me tocó el corazón y hablando con ella en una ocasión me resaltaba la experiencia de fe, en medio del dolor y del sufrimiento, de muchas personas, con rostros e historias concretas.
 
Palabras similares a éstas: “¡Cuánto nos enseñan! Y pensamos que somos nosotros los que vamos ayudarles” Y a mí me parecía que ésta era una experiencia que yo, y todos los curas al menos alguna vez, teníamos que tener en nuestra vida. Y me puse manos a la obra, buscando experiencias de verano que pudieran satisfacer esta inquietud, pero las puertas que tocaba nunca se abrían del todo. Se me ocurrió asomar al cabeza al IEME, el Instituto Español de Misiones Extranjeras, y ver qué ofrecían. Y me apunté a un encuentro de animación misionera para sacerdotes, en enero pasado. La verdad que ya había renunciado a encontrar algo para los veranos, o sea, que llegué a la convivencia sin nada que perder; simplemente, quería buscar, compartir esta inquietud. Y en esta convivencia descubrí una faceta de la Iglesia para mí sólo intuida: la dimensión misionera en el sacerdote diocesano. Durante los días de la convivencia en Madrid me llamó la atención este grupo de curas: su pasión por evangelizar y entrar en diálogo con el corazón del hombre, su estilo gozoso, su visión eclesial, la misión en equipo… Y me dije: “Esto es lo mío”. Ya no se trata de unos meses sino de una opción a largo plazo.
 
- ¿Qué es el IEME?
- El IEME es uno de los cauces que tiene la Iglesia española para vehicular la vocación misionera de los sacerdotes diocesanos. Éstos siguen siendo sacerdotes de sus respectivas diócesis de origen pero trabajan con dedicación plena en la misión ad gentes de la Iglesia (misión donde nunca se ha oído hablar del Señor), bajo la autoridad del obispo de la diócesis de destino, y siempre desde la fraternidad apostólica. Podéis consultar la web: www.ieme.org
Yo estoy viviendo en la sede del IEME, en Madrid, junto con mis otros dos compañeros que nos estamos preparando (Javier Colón, de Sevilla, y Javier Trejo, de Valencia), el equipo directivo y los miembros de los departamentos de formación y de información y animación misionera. En total diez sacerdotes de diferentes diócesis españolas. Con ellos comparto no sólo la comida sino la vida, la oración… Además, esta casa está siempre abierta a los misioneros que van o vienen a España, por lo que prácticamente todas las semanas hay algún misionero de paso, de Nicaragua, Japón, Brasil… Una experiencia muy interesante.
 
- ¿Qué formación estás recibiendo en estos momentos en Madrid?
- La formación que estoy recibiendo para prepararme como misionero tiene varios momentos. Explicaré con mayor detenimiento el primero de ellos, que es el que más conozco; el segundo sólo lo enunciaré. Desde mediados de septiembre hasta Navidad he iniciado un curso intensivo de formación misionera en la Escuela de Formación Misionera (http://www.escuelaformacionmisionera.org/), junto con laicos y religios@s que se están preparando para irse de misioneros. Un grupo muy variopinto y participativo, con gente en diversas situaciones personales, solteros, una pareja de recién casados hace dos meses de unos treinta años, consagrados, jubilados, con experiencia misionera, sin ella…

Esto hace que las perspectivas sean muy diferentes, complementarias y todo ello muy enriquecedor. Es una formación muy interesante en donde estudiamos varios aspectos relacionados con la misión: otras religiones, desarrollo y relaciones Norte-Sur, talleres sobre elaboración de proyectos o de lectura popular de la Biblia en las comunidades… En fin, un curso cuyas materias son muy variopintas, y cuyo objetivo es ayudar a discernir y concretar la vocación misionera, abriendo la mente y el corazón a unas realidades totalmente diferentes a las que aquí vivimos. La segunda parte de la formación va desde enero hasta marzo. La recibiré en el IEME. Se trata se conocer mejor el IEME: qué es, cómo funciona, dónde están sus equipos de misioneros… Al finalizar esta segunda etapa de la formación, el proceso de discernimiento irá llegando a su fin y se verá cuál es mi destino.

 
- ¿Cómo y dónde te ves dentro de unos meses, cuando te destinen a algún país concreto?
- Francamente, me veo en cualquier destino y en ninguno. No sabría qué sitio decir. Ahora, por el momento, no tengo una gran predilección; me da igual, en principio Tailandia, Togo, Zambia… Supongo que cada destino tiene sus pros y sus contras, sus necesidades que cubrir… y todo esto hay que combinarlo con mi situación personal. En cualquiera de los casos, miedo no tengo (en todos los sitios hay Dios y gente buena). Será duro, creo, como todos los comienzos, hasta que uno conoce, se habitúa… pero al mismo tiempo apasionante. Creo que será un momento para redescubrir más profundamente mi vida sacerdotal.
 
- ¿Cómo te sientes en estos momentos?
- Enormemente agradecido a Dios, a don Carlos y a mis compañeros de curso de formación por lo que me están permitiendo vivir; está siendo un tiempo de gracia de crecimiento y de profundización en mi vida, haciendo un pequeño parón para tomar impulso, y continuar nuevamente con más fuerza. Por todo ello y al mismo tiempo me siento esperanzado, muy contento e ilusionado por lo que creo que será el futuro; si el Señor me ha traído hasta aquí será porque está de su mano y saldrá como el tenga soñado.

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