Afirman desde la oficina que, hasta ahora, las quejas han sido orales, y sólo en una ocasión se recogió por escrito. “Puesto que tenemos la ‘Q de Calidad’, ofrecemos formularios a cada visitante para que manifieste todo aquello que desee, lo que le inquiete o agrade, y sólo en una ocasión hemos recibido un formulario de crítica por el precio de la entrada de la Catedral. El resto de quejas son orales, de gente que viene y muestra su malestar” explicaban en la oficina.
Por otro lado, han detallado que las quejas provienen, la mayoría de las veces, de visitantes asiduos a la ciudad, que acuden en repetidas ocasiones y que eran conscientes ya de la medida tomada por el Cabildo, “el resto de visitantes no suelen quejarse ni molestarse porque en muchas ciudades también se cobra por visitar este tipo de edificios y posiblemente estén acostumbrados a hacerlo”.
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