Analizando los datos por barrio, el informe concluye que factores como el nivel educativo, la existencia de familias monoparentales, el número de hijos por familia, el tiempo de desplazamiento al trabajo, el estado de los edificios, el ruido, la suciedad, el tamaño de los municipios o la movilidad residencial aumentan considerablemente la cifra de residentes que perciben problemas de delincuencia y vandalismo en su zona.

Entre estos factores, los cinco más importantes son los siguientes: el nivel educativo de los residentes, la movilidad residencial, la desintegración familiar, el tamaño de los municipios, el ruido y la suciedad. En barrios donde los residentes tienen un nivel educativo alto y un empleo estable, y los edificios están en buenas condiciones, los residentes son menos proclives a percibir altos niveles de delincuencia. Por otro lado y a nivel individual, es importante destacar que los extranjeros, los hombres y las personas con más educación e ingresos y con una ideología de izquierdas son menos proclives a percibir su barrio como peligroso.

 

El nivel educativo

 

El bajo nivel educativo de los vecinos tiene una relación negativa con la criminalidad percibida, mientras que la asociación de esta con la tasa de desempleo es positiva. De hecho, cada punto porcentual adicional en el número de graduados universitarios va acompañado de una reducción de los niveles de delincuencia percibida de más de 0,3 puntos porcentuales.
Estos resultados confirman que, manteniendo estable el resto de los factores, en comunidades con menos graduados universitarios los residentes percibirán que en su zona existe un nivel superior de delincuencia. Dado que en España las diferencias en el número de graduados universitarios varía mucho entre distintos barrios y ciudades (una quinta parte de las secciones censales tiene menos de un 5 % de graduados, y un tercio, más de un 20 %), la importancia de las desigualdades educativas en la explicación de la delincuencia percibida es evidente.

 

Aunque sin evidencia empírica para el caso español, se apunta que la causa podría ser la incapacidad de los residentes adultos para controlar, supervisar y organizar a la juventud del barrio y para interactuar eficazmente con organismos externos para atraer recursos municipales.

 

La movilidad residencial

 

El segundo factor más determinante en la percepción de la delincuencia es la rotación residencial. El cambio frecuente de vivienda y de distrito censal y los pisos vacíos o en alquiler con constantes cambios de inquilinos favorecen la sensación de inseguridad. En secciones censales con un porcentaje de movilidad residencial mayor que la media, un 25% de los residentes consideran la delincuencia un problema. En secciones con un porcentaje inferior a la media, un 16% considera la delincuencia un problema. Por cada año adicional que los residentes de un barrio viven en su vivienda, el número de residentes que consideran la delincuencia un problema baja en 0,4%.Por ello, en las zonas donde existe mayor estabilidad residencial y vecinos propietarios de toda la vida, también se da mayor sensación de seguridad. Además, este factor tampoco no tiene una relación directa con el nivel económico, puesto que los barrios con escasa rotación residencial se ubican principalmente en distritos urbanos populares de clase media o están situados en zonas rurales.

 

La desintegración familiar

 

Este factor muestra una influencia notable sobre la delincuencia percibida, y además esta influencia es constante en todos los modelos analizados. Además, la presencia de desintegración familiar es relativamente invisible para los residentes. En secciones censales con un porcentaje de separados y divorciados mayor que la media, un 30% de los residentes consideran la delincuencia un problema. En secciones con un porcentaje inferior a la media, apenas un 12% considera la delincuencia un problema. Si todo lo demás se mantiene igual, pasar de un 1% de separados y divorciados de la población del barrio a un 2% aumenta el número de personas que consideran la delincuencia un problema en un 1,8%.
Nuevamente, los expertos apuntan que lo más probable es que la relación se origine en la falta de tiempo para controlar eficazmente el ámbito del hogar y de la comunidad. En este sentido, cuanto más tiempo pasan los adultos en sus hogares y comunidades (medido según el tiempo de desplazamiento al trabajo y las horas extraordinarias), mayor es la proporción de adultos que interactúan con adolescentes, y cuanto menos tiempo pasan los adolescentes en sus comunidades (medido en duración del desplazamiento al centro escolar), menores son los niveles de delincuencia percibida.

 

El grado de urbanización y el tamaño de los municipios

 

El grado de urbanización también guarda una relación positiva con las percepciones de la delincuencia. En los municipios con un tamaño de población superior a la media, un 33% de los residentes consideran la delincuencia un problema. Sin embargo, apenas un 9% considera la delincuencia un problema en los municipios de menor tamaño.

 

A pesar de que la delincuencia percibida es mayor en los municipios de mayor tamaño, las dos ciudades más grandes del Estado, Barcelona y Madrid, muestran niveles menores de criminalidad percibida que otras ciudades de tamaño inferior, como Sevilla, Málaga y Las Palmas de Gran Canaria. En general, por cada 100.000 habitantes que residen en un municipio, aumenta el porcentaje de residentes que consideran la delincuencia un problema en un 0,2%.
El modelo de la desorganización social funciona mejor en las grandes ciudades, y por ello se aplica y se analiza en las 10 ciudades más grandes de España. Con la excepción de la diversidad nacional, el modelo de la desorganización social constituye un marco útil para comprender las diferencias en la criminalidad percibida en los barrios.

 

Diversidad social y delincuencia

 

Pese a que en el análisis más global la diversidad nacional parece incrementar el nivel de delincuencia percibida, en modelos posteriores más contrastados y detallados descubrimos que la asociación negativa solo está relacionada con nacionalidades concretas. De hecho, la diversidad en sí misma reduce los niveles de delincuencia percibida en el barrio.

 

Efectivamente, en secciones censales con una proporción de inmigrantes mayor que la media, un 26% de los residentes consideran la delincuencia un problema. En secciones con un porcentaje de inmigrantes inferior a la media, el porcentaje se reduce a un 16%. Asimismo, un aumento de un 1% en la población de inmigrantes incrementa la proporción de residentes que consideran la delincuencia un problema en un 0,2%. En las diez principales ciudades españolas el efecto de la inmigración es cuatro veces menor al efecto del nivel educativo, tres veces menor al de la desintegración familiar y dos veces menor al de la movilidad residencial. Por otro lado, un aumento en la diversidad nacional de un 1% disminuye la delincuencia percibida en un 0,03%.

 

El impacto de la diversidad varía enormemente según el número de habitantes del municipio. En zonas rurales y en grandes ciudades, la relación del nivel de inmigración y de criminalidad percibida es mayor, contrariamente a lo que ocurre en ciudades medianas.

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