La Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) investiga cómo crear un sistema que recrea la conducta humana. Esta tecnología podría aplicarse para prevenir comportamientos en crisis socioeconómicas, crear robots ?más humanos? o desarrollar avatares de Inteligencia Artificial casi indistinguibles a los que representan a las personas.

El proyecto de investigación, denominado IBSEN (Bridging the Gap: From Individual Behaviour to the Socio-tEchnical MaN), forma parte de una convocatoria de ?ideas novedosas para tecnologías radicalmente nuevas? (FET Open) del programa Horizon2020 de la Unión Europea. La UC3M coordina el proyecto y en España también participan científicos de las universidades de Valencia y Zaragoza, además de otros investigadores británicos, finlandeses y holandeses.

?Vamos a sentar las bases para poner en marcha una nueva forma de hacer ciencia social para los problemas que surgen en una sociedad muy conectada tecnológicamente?, explica el responsable del proyecto, Anxo Sánchez, del grupo Interdisciplinar de Sistemas Complejos del departamento de Matemáticas de la UC3M.

El objetivo del proyecto es entender el comportamiento de las personas a nivel individual, sobre todo cuando están conectadas por nuevas tecnologías como los teléfonos móviles o las redes sociales. Para ello, este grupo de científicos está preparando experimentos en los que van a plantear de forma simultánea a miles de personas determinados problemas de cooperación, dilemas sociales y juegos económicos para intentar descifrar los patrones ocultos tras sus decisiones.

Con esta información, los investigadores después podrían crear un simulador de comportamiento humano, una tecnología que proporcionaría una base para simulaciones socioeconómicas que cambiarían radicalmente muchos campos, desde la robótica a la economía, con impactos tecnológicos y sociales como la formulación de políticas y toma de decisiones en cuestiones sociales urgentes.

 ?La mayor dificultad es diseñar un protocolo experimental nuevo que permita controlar que todos los participantes del experimento están disponibles a la vez e interactúen realmente, porque no los estás viendo en un laboratorio?, indican los investigadores, que están acostumbrados a realizar este tipo de experimentos en laboratorios donde trabajan con grupos de unas 50 ó 60 personas, cuando en este caso hablamos de más de 1000 participantes.

El reto planteado en este proyecto, una vez realizados estos experimentos, es conseguir un repertorio de la conducta humana que permita simular el comportamiento de una persona y aplicarlo a un robot o recrear qué es lo que van a hacer grandes grupos de población ante determinadas circunstancias. ?A nivel individual serviría desde para mejorar el realismo de los personajes de los videojuegos hasta para hacer más humanos los avatares con los que se interacciona en páginas web de ayuda?, apunta Anxo Sánchez. ?Y en relación a la simulación de comportamientos colectivos - continúa - nos permitiría intentar entender desde la evolución de la economía hasta la aparición de fenómenos de desórdenes sociales?.

 

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