En esta ocasión no es un juego de palabras, ni una metáfora. Salamanca ya no tiene Tormento. El famoso restaurante ha decidido bajar la trapa para no amenizar nunca más las cenas de los grupos que decidían acudir allí. Otro negocio más que cierra detrás de la librería Cervantes, el hotel Monterrey o el Edificio España. Quizás demasiados para tan poco tiempo. 

El emblemático restaurante de la calle Espoz y Mina se va y con él una parte de Salamanca. Pocos no habían escuchado hablar de los espectáculos que allí acontecían, muy diversos y divertidos. Desde chistes en cumpleaños hasta boys para despedidas de soltera pasando, como no, por sus famosas drag queens que hacían las delicias de las cenas del fin de semana. No podían faltar tampoco sus danzas del vientre, canciones y, por supuesto, la diversión.

Pero como todo buen restaurante, la comida, y no el show, era la estrella durante buena parte de los servicios que ofrecían. Al mediodía u otros días de diario era un lugar tranquilo y familiar donde poder comer a buen precio en pleno centro de Salamanca. Un menú variado y bien elaborado con un servicio exquisito por parte de sus trabajadores era otro de los puntos fuertes que quedaban eclipsados los días de actuación por jugosas ocurrencias y dinámicos pasos de baile.

Ahora esas voces calmadas en ocasiones y carcajadas animadas en otras darán paso a un silencio que se hará extraño. Salamanca ha perdido su Tormento y, desgraciadamente, no se habla de angustia o congoja. O sí. La que dejará atrás el establecimiento cerrado con el que Salamanca, como mínimo, pierde algo de su extensa diversidad.

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