Salamanca vivía en la normalidad una vez concluido el sorteo de Navidad de la Lotería Nacional, después de que los grandes premios hayan sido esquivos un año más. Los salmantinos se resignaban y se tomaban con humor el que siempre no tocara, mientras unos se conformaban con el reintegro, otros esperaban a ver si sonaba la flauta con alguna pedrea y los menos jugadores sonreían explicando que “no me ha tocado nada porque no he jugado nada”.

En el aire, la pregunta que muchos se hacen, el motivo por el que en Salamanca nunca es agraciada con el Gordo. La historia lotera sigue pasando de largo por tierras charras y sólo algún golpe de suerte como el del vecino de Barruecopardo alegran un día en el que muchos sueños se quedaron en eso, en sueños. 

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