Salamanca disfruta este año del otoño más propicio para la recolección de setas. Lo dicen los expertos tras constatar un equilibrio entre precipitaciones y días de buena temperatura que casi ni se recordaba en una provincia donde varias son las zonas aparentemente más ricas en este recurso natural. Las Sierras de Francia, Béjar y Quilamas representan, junto al Rebollar, los puntos ‘calientes’ para los aficionados a la micología. A lo largo de las últimas semanas, el flujo de visitantes a esas zonas se ha multiplicado. Cesta en mano, cientos de personas, principalmente los fines de semana, se afanan por volver a casa con la cesta cargada de una amplia variedad de setas.

No son esas, sin embargo, las únicas localizaciones de la provincia en las que poder encontrar una buena variedad de especies micológicas. Muchos son los ‘rinches’ repartidos a lo largo de nuestro territorio aunque los ‘seteros’ guardan con celo los datos exactos de su ubicación, convencidos de ser los únicos usufructuarios de ese tesoro que alegra su vista y su mesa cada vez que se acerca a ese lugar en concreto. Los buenos aficionados orientan pero no cuentan. También cumplen con las recomendaciones de todo micólogo. 

Recomendaciones y peligros

Quienes conocen el protocolo saben que jamás se debe ir al campo a por setas con bolsas de plástico. Esa negligencia evita que se dispersen las esporas que los hongos van soltando mientras caminamos por el campo en busca de más por la zona. Cometer esa torpeza equivale a saquear el campo porque allí donde suceda no volverán a salir. La regulación forestal pena esta conducta y castiga a los que la cometan. Una cesta, a ser posible de mimbre, es la alternativa ideal para que la naturaleza siga su curso y podamos seguir disfrutando de ella. 

Otra de las precauciones de los aficionados a la recolección pasa por comprobar in situ el estado de la seta encontrada. Si los insectos la han colonizado, mejor dejarla donde se encontró, para que la zona sigue siendo un vivero de futuros ejemplares. 

De igual modo conviene extraerla completamente de la tierra. Pese a lo que muchísimas personas piensan, existen variedades en las que el pie también es comestible y su valor culinario equiparable al del sombrero de la seta. Además, y aunque esto no suceda, los expertos aconsejan llevarse el ejemplar completo porque de esa forma se renueva más rápido el entorno donde se encontró.

Otra de las normas, quizá la más sagrada para los micólogos, pasa por no ser atrevido. Una seta tóxica puede terminar con nuestro hígado en cuestión de horas. Cada temporada salen a la luz casos de personas necesitadas de un trasplante o, peor aún, que terminan muriendo por ingerir setas no aptas para el consumo.

Ante la duda, en Salamanca son varios los expertos a los que poder consultar. Destaca la sociedad micológica salmantina, que cada lunes se reúne y recibe a cientos de aficionados que no tienen claro qué es lo que han encontrado.

Los especialistas también recomiendan no fiarse de las apariencias. Una seta con buena presencia no tiene por qué ser necesariamente comestible. Bajo esa pinta suculenta puede esconderse un grave peligro.

Unidades de Gestión

El progresivo aumento del número de aficionados ha traído consigo la aparición de la recolección regulada de este bien natural. No sin polémica, Castilla y León cuenta ya con 10 unidades de gestión, áreas en las que ir a por setas cuesta dinero pues requiere poseer una licencia por la que hay que pagar entre 3 y 400 euros dependiendo de lo que vayamos a hacer con las setas. Monsagro ha sido el último municipio salmantino en sumarse a este programa del que ya forman parte otros 40.000, lo que supone una superficie de 54.000 hectáreas. 

Frente a quienes aseguran que se hace para dar valor a este bien y evitar un saqueo de los montes, se sitúan los que entienden la medida como un norma exclusivamente recaudatoria que penaliza a aquellos aficionados que, sin estar empadronados en localidades incluidas en las unidades de gestión, pretenden disfrutar de ellas. 

El pasado año se recaudaron en Salamanca 14.000 euros por la expedición de licencias. Los aficionados disponen en la provincia de 60 puntos para poder adquirirlas. A los Ayuntamientos de cada localidad, se unen diversos establecimientos privados de cada zona. El dinero recaudado se reinvierte en proyectos de investigación, formación o estímulo del micoturismo. Además, según aseguran desde el Centro de Servicios y Promoción Forestal y su Industria de Castilla y León (Cesefor), que se encarga de gestionar este programa, pagar por recoger setas sirve para estimular proyectos de investigación o concursos como el que se celebra en cuatro áreas de España y Portugal en busca del mejor entrante y la mejor tapa micológica.

Castilla y León, dicen los que saben, se sitúa a la cabeza mundial del sistema de gestión de recursos forestales, lo que permite ahondar en iniciativas que busca  promover en Europa “una gestión forestal multifuncional y sostenible que integre y valorice las funciones ecológicas y socioeconómicas de los hongos silvestres comestibles”.

 

 

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